El día se presenta complicado para el comisario Proteo Laurenti. En un apartado valle del Carso aparece el cadáver de un hombre desnudo. Una vez identificada la víctima, se sabrá que la última persona en verla con vida fue Mia, una joven australiana que está resolviendo para su familia un asunto relacionado con una herencia, que incluye un almacén repleto de armas. Su antiguo propietario, Diego de Henriquez, un excéntrico aristócrata, murió muchos años atrás en unas circunstancias que aún están por aclarar. Las investigaciones conducen a un oscuro complot que lleva la marca de los servicios secretos y de la Orden de Malta. Además, el amigo de Laurenti, el forense jubilado Galvano, le complica la vida. Y su propia mujer, sus hijas y los novios de éstas se empeñan en amargar aún más la existencia del comisario, que apenas puede dedicar algo de tiempo para sí mismo...
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