El joven Cuervo-pico decide enrolarse en calidad de guerrero en una expedición
destinada a escoltar una misión diplomática enviada al reino de los kirsos. Al
hacerlo prescinde de la voluntad de su padre y renuncia a su bendición.
La expedición, pese a ser oficial, está afectada de un trasfondo ilícito. Cuervopico
escapa a morir sacrificado en un poblado jaujauan gracias a los exploradores
Diente Amarillo y Ojo de Lince. El primero lo ha identificado como un
escogido del Destino y ambos lo escamotean y conducen a la Ciudad de los
Kirsos, a la que llegan después de abandonarla los embajadores de la Ciudad
Santa del dios Sol; ya en ella lo depositan en la posada del U-kan, un ambicioso
y avieso personaje urdidor de intrigas al que ceden el muchacho como si
fuera un talismán viviente portador de buena suerte.
El U-kan educa a Cuervo-pico, lo somete a rígidos entrenamientos que mejoran
sus habilidades como guerrero y cazador; de modo oficioso lo convierte en su
favorito y llega con él tan lejos que, pese a ser extranjero, le hace participar en
la gran cacería ritual. En esa cacería Cuervo-pico se acredita como hombre
valiente y arquero incomparable. El rey de los kirsos lo recibe en audiencia
privada y le ofrece un puesto entre sus arqueros. El joven rehúsa ese honor;
arguye que no le cabe aceptarlo por estar en deuda con el U-kan; reconoce sus
ansias por liberarse de la agobiante tutela de tan poderoso protector; resultado
de la conferencia es que se ponga, en secreto, al servicio del rey.
Y ya el U-kan encuentra trabajo para Cuervo-pico y lo envía como mensajero
al Hombre Montaña, rey de los maracutas.
destinada a escoltar una misión diplomática enviada al reino de los kirsos. Al
hacerlo prescinde de la voluntad de su padre y renuncia a su bendición.
La expedición, pese a ser oficial, está afectada de un trasfondo ilícito. Cuervopico
escapa a morir sacrificado en un poblado jaujauan gracias a los exploradores
Diente Amarillo y Ojo de Lince. El primero lo ha identificado como un
escogido del Destino y ambos lo escamotean y conducen a la Ciudad de los
Kirsos, a la que llegan después de abandonarla los embajadores de la Ciudad
Santa del dios Sol; ya en ella lo depositan en la posada del U-kan, un ambicioso
y avieso personaje urdidor de intrigas al que ceden el muchacho como si
fuera un talismán viviente portador de buena suerte.
El U-kan educa a Cuervo-pico, lo somete a rígidos entrenamientos que mejoran
sus habilidades como guerrero y cazador; de modo oficioso lo convierte en su
favorito y llega con él tan lejos que, pese a ser extranjero, le hace participar en
la gran cacería ritual. En esa cacería Cuervo-pico se acredita como hombre
valiente y arquero incomparable. El rey de los kirsos lo recibe en audiencia
privada y le ofrece un puesto entre sus arqueros. El joven rehúsa ese honor;
arguye que no le cabe aceptarlo por estar en deuda con el U-kan; reconoce sus
ansias por liberarse de la agobiante tutela de tan poderoso protector; resultado
de la conferencia es que se ponga, en secreto, al servicio del rey.
Y ya el U-kan encuentra trabajo para Cuervo-pico y lo envía como mensajero
al Hombre Montaña, rey de los maracutas.