El autor de La Campana de Málaga o El Morisco de Annual, libros de contenido histórico o fantástico, deja de lado su línea habitual para adentrarse en la ficción pura. El suspenso, la intriga, la miseria humana y, sobre todo, la crítica social o política son los ingredientes básicos de este nuevo trabajo.
La deriva observada en el Mundo como consecuencia de la globalización, que persigue la igualdad desde la pobreza; la deslocalización de las fábricas, que se aprovechan de unas leyes fiscales que le son favorables; el desmesurado crecimiento de la banca y de los monopolios financieros y la permisible política de gobiernos e instituciones, que solo prestan atención a la llamada macroeconomía, son factores determinantes que deben ser considerados como los responsables de los desequilibrios que hoy sufre la Humanidad. A ello hay que añadir una corrupción galopante, que afecta por igual a todos los países y el afán recaudatorio de los estados, que para ello no dudan en exprimir al máximo a la población, sin que les preocupe la capacidad de los ciudadanos para reponer sus patrimonios.
Los sistemas democráticos garantizan, que las personas que nos gobiernan son elegidas por el Pueblo; pero pueden hacer muy poco para evitar que hombres y mujeres sin conocimientos prácticos manipulen nuestro futuro. Los gobernantes actuales son fácilmente manipulables. No debe extrañar, por tanto, que algunos de ellos caigan en las redes de la corrupción.
La democracia fue inventada para defender los derechos y propiciar el bienestar de hombres y mujeres. Esa era el propósito de sus creadores y ese debe seguir siendo en nuestros días; cualquier otro objetivo no hace sino alejarla de sus principios y fundamentos. Los derechos y libertades que emanan de la misma deben ser aplicados de forma directa; nada puede estar por encima del bien común.
La sociedad actual sufre una acelerada pérdida de valores; de tal forma que el dinero es el único bien con capacidad para generar felicidad. Sí aceptamos que ello es así, la distribución de ese dinero debe ser examinada y corregida. Los pobres del Mundo no pueden esperar a que los ricos se declaren satisfechos y, de forma voluntaria, se desprendan de los excedentes; eso no va a ocurrir nunca. El Gobernante que confíe el bienestar del Pueblo al crecimiento ilimitado de las empresas, sin tener en cuenta otros factores, está contribuyendo a la desigualdad, la pobreza y la injusticia social en el Mundo.
La Fundación de Brujas es una novela de ficción, aunque se puedan observar situaciones parecidas a las que hoy vivimos los ciudadanos. Son pocos los personajes reales que intervienen en esta historia, y los que lo hacen prestan, únicamente, el nombre y el papel que desempeñaron en su momento; cualquier situación relacionada con la presente obra son fruto de la imaginación del autor, sin que exista o tenga por que existir veracidad en los hechos que se les atribuye. No obstante, es inevitable que encontremos ciertos paralelismos entre la realidad y la ficción.
Parece claro que nadie esperaba una situación como la que hoy vivimos. Ello solo puede ser posible porque algunas personas así lo decidieron en su día. Hace un cuarto de siglo que desapareció el llamado Muro de Berlín. Sin saberlo, los obreros de Europa contribuyeron, quizás, a derribar el único escudo que los protegía de los poderosos. Libres del miedo que había supuesto el comunismo, los empresarios exigirán una revisión del sistema de producción y el papel que en el mismo desempeñan los trabajadores. Gobiernos y banca se ven forzados a secundarlos; los primeros por incapacidad, tal vez, y los segundos por ambición. Lo cierto es que la sociedad asiste, impotente, a uno de los retrocesos más drásticos que la Humanidad ha vivido nunca, sin que exista una causa natural que lo justifique.
La presente novela, a través de sus personajes, pretende mostrar y denunciar las causas que nos han llevado a esta situación.
La deriva observada en el Mundo como consecuencia de la globalización, que persigue la igualdad desde la pobreza; la deslocalización de las fábricas, que se aprovechan de unas leyes fiscales que le son favorables; el desmesurado crecimiento de la banca y de los monopolios financieros y la permisible política de gobiernos e instituciones, que solo prestan atención a la llamada macroeconomía, son factores determinantes que deben ser considerados como los responsables de los desequilibrios que hoy sufre la Humanidad. A ello hay que añadir una corrupción galopante, que afecta por igual a todos los países y el afán recaudatorio de los estados, que para ello no dudan en exprimir al máximo a la población, sin que les preocupe la capacidad de los ciudadanos para reponer sus patrimonios.
Los sistemas democráticos garantizan, que las personas que nos gobiernan son elegidas por el Pueblo; pero pueden hacer muy poco para evitar que hombres y mujeres sin conocimientos prácticos manipulen nuestro futuro. Los gobernantes actuales son fácilmente manipulables. No debe extrañar, por tanto, que algunos de ellos caigan en las redes de la corrupción.
La democracia fue inventada para defender los derechos y propiciar el bienestar de hombres y mujeres. Esa era el propósito de sus creadores y ese debe seguir siendo en nuestros días; cualquier otro objetivo no hace sino alejarla de sus principios y fundamentos. Los derechos y libertades que emanan de la misma deben ser aplicados de forma directa; nada puede estar por encima del bien común.
La sociedad actual sufre una acelerada pérdida de valores; de tal forma que el dinero es el único bien con capacidad para generar felicidad. Sí aceptamos que ello es así, la distribución de ese dinero debe ser examinada y corregida. Los pobres del Mundo no pueden esperar a que los ricos se declaren satisfechos y, de forma voluntaria, se desprendan de los excedentes; eso no va a ocurrir nunca. El Gobernante que confíe el bienestar del Pueblo al crecimiento ilimitado de las empresas, sin tener en cuenta otros factores, está contribuyendo a la desigualdad, la pobreza y la injusticia social en el Mundo.
La Fundación de Brujas es una novela de ficción, aunque se puedan observar situaciones parecidas a las que hoy vivimos los ciudadanos. Son pocos los personajes reales que intervienen en esta historia, y los que lo hacen prestan, únicamente, el nombre y el papel que desempeñaron en su momento; cualquier situación relacionada con la presente obra son fruto de la imaginación del autor, sin que exista o tenga por que existir veracidad en los hechos que se les atribuye. No obstante, es inevitable que encontremos ciertos paralelismos entre la realidad y la ficción.
Parece claro que nadie esperaba una situación como la que hoy vivimos. Ello solo puede ser posible porque algunas personas así lo decidieron en su día. Hace un cuarto de siglo que desapareció el llamado Muro de Berlín. Sin saberlo, los obreros de Europa contribuyeron, quizás, a derribar el único escudo que los protegía de los poderosos. Libres del miedo que había supuesto el comunismo, los empresarios exigirán una revisión del sistema de producción y el papel que en el mismo desempeñan los trabajadores. Gobiernos y banca se ven forzados a secundarlos; los primeros por incapacidad, tal vez, y los segundos por ambición. Lo cierto es que la sociedad asiste, impotente, a uno de los retrocesos más drásticos que la Humanidad ha vivido nunca, sin que exista una causa natural que lo justifique.
La presente novela, a través de sus personajes, pretende mostrar y denunciar las causas que nos han llevado a esta situación.
