¿Qué haría el lector si le dice su doctor que le quedan seis meses de vida? Me he puesto a pensar opciones, encontrando muchas, pero la mayoría muy descabelladas. Las menos audaces quizá sean: intentar disfrutar en esos seis meses lo que no has hecho en tu vida; gastarte tus ahorros recorriendo el mundo; quedarte en tu casa con veinte cajas de whisky y todas las películas que viste de niño; darte un tiro; dárselo a tu suegra…
El protagonista de esta historia quiere ser recordado, quizá porque en ese momento nadie se acuerda de él. Es una opción válida.
Y para ello, en vez de un monumento en el que defequen las palomas, él quiere plasmar su nombre en la historia próxima, la de las gentes que le conocen, no en la de esas enciclopedias que nadie lee. A los “famosos” de las enciclopedias nos los encontramos cuando buscamos una palabra que desconocemos. Jamás les buscamos, pues ignoramos que existen.
Y, para completar la novela, como acontece constantemente en la vida real, hay seres que pretenden vivir existencias tranquilas, sin ningún tipo de notoriedad; pero hay quienes se esfuerzan en que esto sea imposible.
El protagonista de esta historia quiere ser recordado, quizá porque en ese momento nadie se acuerda de él. Es una opción válida.
Y para ello, en vez de un monumento en el que defequen las palomas, él quiere plasmar su nombre en la historia próxima, la de las gentes que le conocen, no en la de esas enciclopedias que nadie lee. A los “famosos” de las enciclopedias nos los encontramos cuando buscamos una palabra que desconocemos. Jamás les buscamos, pues ignoramos que existen.
Y, para completar la novela, como acontece constantemente en la vida real, hay seres que pretenden vivir existencias tranquilas, sin ningún tipo de notoriedad; pero hay quienes se esfuerzan en que esto sea imposible.