Siguiendo la estela de mis antologías bajo el título de “Relatos entre sombras”, en sus dos volúmenes, así como el más reciente que ha llegado a vuestras manos y titulado “Relatos para la Hora Bruja”, os ofrezco a continuación una nueva hornada de historias cortas, en las cuales y sobre la pátina del misterio, la intriga, el suspense y el terror, palpita la compleja condición humana puesta al descubierto ante situaciones límite.
Como no podía ser menos, entre sus líneas y junto a relatos en los que la amplia galería de personajes se verá impelida a un encuentro con lo fantasmagórico -a veces no exento de un humor negro con sutiles tonos insanos- he incluido dos nuevas historias donde serán protagonistas los integrantes de la tertulia que cada noche se dan cita en la mítica “Taberna del Búfalo Blanco”, en las que una vez más el inefable y bebedor empedernido juez Jason Stanton dará buena cuenta de sendos casos de asesinato, aunque convenientemente disfrazados por sus ejecutores.
Finalmente, y faltando de forma deliberada al consejo de mi admirado Alfred Hitchcock, quien como muchos sabéis tenía la premisa de permanecer alejado tanto de perros como de niños, he incluido algunas historias que sin embargo seguro estoy no le hubiesen disgustado, ya que el trío de infantes que incorporo llevan aparejada una condición -digamos que- un tanto “traviesa”.
Queridos amigos, sin más os invito a sumergiros en los entresijos de la decena de historias contenidas en esta obra que espero, al menos durante un rato, os permitan evadiros de la realidad circundante la cual, si me permitís la maldad, cada día más vulgar y grosera.
Como no podía ser menos, entre sus líneas y junto a relatos en los que la amplia galería de personajes se verá impelida a un encuentro con lo fantasmagórico -a veces no exento de un humor negro con sutiles tonos insanos- he incluido dos nuevas historias donde serán protagonistas los integrantes de la tertulia que cada noche se dan cita en la mítica “Taberna del Búfalo Blanco”, en las que una vez más el inefable y bebedor empedernido juez Jason Stanton dará buena cuenta de sendos casos de asesinato, aunque convenientemente disfrazados por sus ejecutores.
Finalmente, y faltando de forma deliberada al consejo de mi admirado Alfred Hitchcock, quien como muchos sabéis tenía la premisa de permanecer alejado tanto de perros como de niños, he incluido algunas historias que sin embargo seguro estoy no le hubiesen disgustado, ya que el trío de infantes que incorporo llevan aparejada una condición -digamos que- un tanto “traviesa”.
Queridos amigos, sin más os invito a sumergiros en los entresijos de la decena de historias contenidas en esta obra que espero, al menos durante un rato, os permitan evadiros de la realidad circundante la cual, si me permitís la maldad, cada día más vulgar y grosera.