La frontera norte de México es un territorio vasto, único y sorprendente. Uno de sus habitantes protagoniza esta novela, a la vez que conoce historias que corren a lo largo de un siglo.
Oriundo Laredo recorrió unas mil o dos mil veces, con toda paciencia y sin barullo, de Palomas a Ojinaga y de Canutillo a Presidio. Del este al oeste y viceversa, por toda la frontera norte de México. Y más: por esa misma frontera, pero del otro lado, también acumuló incontables millas. Sin sonar la duela, como la sombra de un caballo perdido, como una nube solitaria en la entraña del extenso manto.
Oriundo Laredo es un mexicoamericano. Pariente, por lo tanto, tuyo y mío, y también fruto de la Sierra Madre y de las Grandes Llanuras, donde apaches, blancos, morenos, tornados, chaparrales, bisontes y chamizos conforman un país-de-en-medio. Una tierra única cuyos secretos muy pocos conocen.
Esta novela cuenta esa historia. No importa que seas del Valle de Juárez o de Oakland; de todas maneras pasas las mismas nevadas y los mismos solazos, y tragas la misma mierda. Todo esto un día fue México y ahora es de todos, aunque las fronteras geopolíticas digan otra cosa.
Oriundo Laredo recorrió unas mil o dos mil veces, con toda paciencia y sin barullo, de Palomas a Ojinaga y de Canutillo a Presidio. Del este al oeste y viceversa, por toda la frontera norte de México. Y más: por esa misma frontera, pero del otro lado, también acumuló incontables millas. Sin sonar la duela, como la sombra de un caballo perdido, como una nube solitaria en la entraña del extenso manto.
Oriundo Laredo es un mexicoamericano. Pariente, por lo tanto, tuyo y mío, y también fruto de la Sierra Madre y de las Grandes Llanuras, donde apaches, blancos, morenos, tornados, chaparrales, bisontes y chamizos conforman un país-de-en-medio. Una tierra única cuyos secretos muy pocos conocen.
Esta novela cuenta esa historia. No importa que seas del Valle de Juárez o de Oakland; de todas maneras pasas las mismas nevadas y los mismos solazos, y tragas la misma mierda. Todo esto un día fue México y ahora es de todos, aunque las fronteras geopolíticas digan otra cosa.