Hacía muchos años que Helena se sentía atrapada. Secuestrada por una ciudad que, a pesar de su belleza, se le había quedado pequeña. Era como un laberinto del que conocía todos sus recovecos, todos sus secretos; o al menos eso era lo que siempre había creído. Hasta aquél día. El hecho de estar atrapada a veinte metros bajo tierra con la sola compañía de un esqueleto y unas palabras ininteligibles inscritas en la pared suponía algo totalmente nuevo para ella. Sola se había metido en aquél lío y sola le tocaría salir de él.
Mirando hacia atrás, se daba cuenta de que había momentos en los que sus decisiones no habían sido las más acertadas, pero si aquello tenía un final feliz habría valido la pena. Recordaba la persecución en mitad de la noche, aquella bestia lanzándose sobre ella... y como casi muere ahogada. Y a Francesco, aquél italiano del que no estaba segura si era un ángel o un demonio; o tal vez era ambas cosas.
Lo peor del caso era pensar que había sido todo fruto de la casualidad, de estar en el lugar menos apropiado en el momento más inoportuno. La habían elegido casi al azar, seguramente porque había en ella algo que olía a rutina, algo que parecía totalmente inofensivo. Y había resultado ser una auténtica aventurera digna protagonista de una superproducción de Hollywood. Nada iba a ser lo mismo después de todo lo que había pasado. De ahora en adelante ese sería el día más interesante de su vida. Y, con un poco de suerte, no sería también el último.
Mirando hacia atrás, se daba cuenta de que había momentos en los que sus decisiones no habían sido las más acertadas, pero si aquello tenía un final feliz habría valido la pena. Recordaba la persecución en mitad de la noche, aquella bestia lanzándose sobre ella... y como casi muere ahogada. Y a Francesco, aquél italiano del que no estaba segura si era un ángel o un demonio; o tal vez era ambas cosas.
Lo peor del caso era pensar que había sido todo fruto de la casualidad, de estar en el lugar menos apropiado en el momento más inoportuno. La habían elegido casi al azar, seguramente porque había en ella algo que olía a rutina, algo que parecía totalmente inofensivo. Y había resultado ser una auténtica aventurera digna protagonista de una superproducción de Hollywood. Nada iba a ser lo mismo después de todo lo que había pasado. De ahora en adelante ese sería el día más interesante de su vida. Y, con un poco de suerte, no sería también el último.