Nacemos y todos tienen planes para nosotros. No es el destino quien determina nuestro futuro. Todo individuo y sociedad, sin importar en donde nos encontremos, nunca estamos aislados. Por ello, no podemos escapar de las manipulaciones de nuestros padres, parientes y docentes; o bien de políticas y economías locales y globales. Siempre hay quienes utilizan estas influencias para sus propios beneficios y proclividades, ya sea corrompiendo o comprando conciencias y silencios. Nos envuelven como una nube tóxica que nos asfixia nuestros derechos y libertades. Pretendemos escapar de ello yaciendo sobre nuestro conformismo, soñando con un mejor mañana. Nos toca a cada uno de nosotros, con riesgo de nuestras vidas, el revelarnos a la corrupción. Pero no es fácil, pues, la corrupción es un ser invisible que sobrevive los cataclismos, evoluciona y se perfecciona constantemente, pero nunca muere. Se esconde, hiberna, muta más fácil que un virus y nos infecta a todos. O somos parte de este ente, o víctimas. Echa raíces como un hongo y te succiona tu libertad.
Parece cómico y divertido cómo nosotros confrontamos esta verdad, pero la realidad es que si no actuamos, el desenlace es destructivo.
Parece cómico y divertido cómo nosotros confrontamos esta verdad, pero la realidad es que si no actuamos, el desenlace es destructivo.