A pesar de la estrecha vigilancia, decenas de personas acompañaron al poeta hasta su sepulcro en el Cementerio General en lo que fue el adiós a Neruda, pero que también fue la primera manifestación masiva en el comienzo de la dictadura militar chilena.
Edmundo Herrera, entonces Presidente de la Sociedad de Escritores de Chile, fue el primero en tomar la palabra en aquel acto. El texto de ese discurso muy pocas veces se ha reproducido íntegramente.
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