En Jalisco se han consolidado rutinas y prácticas político-electorales cuyo resultado es una competencia por el poder estable y la alternancia en el gobierno del estado y en los ayuntamientos. El sistema multipartidista moderado actual permite una pluralidad política que se expresa en la distribución de votos entre partidos a escala estatal y municipal. La participación de los ciudadanos se expresa tanto en las elecciones como en organizaciones no gubernamentales con diversas agendas e intereses. Sin embargo, en el estado existe un déficit de representación política que causa malestar en la sociedad. Aunque los partidos permiten la participación electoral y la construcción de la democracia, al mismo tiempo son maquinarias que obedecen a una lógica de intercambios internos muchas veces alejados de los intereses sociales. En épocas electorales actúan como filtros ideológicos o políticos de los intereses de una sociedad conflictiva, plural y compleja, pero en el poder suelen mostrarse reacios a la rendición de cuentas y proclives a prácticas de opacidad e impunidad. La dinámica política estatal se manifiesta en la creación de organismos de acceso a la información pública, la exigencia de mejorar los procesos de planeación, la puesta en marcha de sistemas de gestión y de políticas públicas en diversos campos de la acción gubernamental, y en la creación de una normatividad para el uso y ejercicio de los recursos públicos. No obstante estos avances hacia la conformación de un marco institucional efectivo y de rendición de cuentas en Jalisco y sus municipios, no bastan para tener una imagen de certeza, confianza y credibilidad en los poderes vigentes.
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