Los chicos que crecen en casas ateas preguntan: ¿Por qué no estoy
bautizado? ¿Por qué no hice bar mitzvá? ¿Qué es dios? ¿Dónde está? ¿Qué
pasa cuando nos morimos? Estas preguntas, legítimas, importantes, tienen
una respuesta religiosa, pero también una respuesta atea.
Quienes no creen en dios, quienes sienten que dios no es una respuesta a
nada y desean que sus hijos adopten este punto de partida para su
relación con el mundo, se encuentran en una zona social poco
comprendida. Criar hijos sin dios es criarlos asumiendo el rol de
responsabilidad que la creencia en dios tiende a desdibujar, ejerciendo
de manera concreta ese amor que la religión enuncia de manera equívoca y
limitada. Criar hijos sin religión es enseñarles a ser dueños de sus
actos, responsables de sus opciones de vida, protagonistas de su
destino. Es ayudarlos a disfrutar de la vida que tenemos hoy, sobre la
que podemos actuar, sobre la que pueden construir valores con libertad,
yendo más allá de un marco sostenido por una fe incuestionable y una
tradición que promueve la repetición y la impostura.
Hijos sin dios está escrito desde la perspectiva de dos personas que no
creen en dios o, de manera aún más clara, saben que dios no existe. Los
autores, Alejandro Rozitchner, filósofo «ateo desde siempre», y Ximena
Ianantuoni, psicóloga «atea por elección», son marido y mujer y tienen
dos hijos.
bautizado? ¿Por qué no hice bar mitzvá? ¿Qué es dios? ¿Dónde está? ¿Qué
pasa cuando nos morimos? Estas preguntas, legítimas, importantes, tienen
una respuesta religiosa, pero también una respuesta atea.
Quienes no creen en dios, quienes sienten que dios no es una respuesta a
nada y desean que sus hijos adopten este punto de partida para su
relación con el mundo, se encuentran en una zona social poco
comprendida. Criar hijos sin dios es criarlos asumiendo el rol de
responsabilidad que la creencia en dios tiende a desdibujar, ejerciendo
de manera concreta ese amor que la religión enuncia de manera equívoca y
limitada. Criar hijos sin religión es enseñarles a ser dueños de sus
actos, responsables de sus opciones de vida, protagonistas de su
destino. Es ayudarlos a disfrutar de la vida que tenemos hoy, sobre la
que podemos actuar, sobre la que pueden construir valores con libertad,
yendo más allá de un marco sostenido por una fe incuestionable y una
tradición que promueve la repetición y la impostura.
Hijos sin dios está escrito desde la perspectiva de dos personas que no
creen en dios o, de manera aún más clara, saben que dios no existe. Los
autores, Alejandro Rozitchner, filósofo «ateo desde siempre», y Ximena
Ianantuoni, psicóloga «atea por elección», son marido y mujer y tienen
dos hijos.