Todas las civilizaciones se fundaron a partir de unos principios que daban a la vida humana su sentido y su valor. Y todas, sin excepción, entraron en decadencia y se colapsaron cuando intentaron implementar sistemas y formas de vida contrarios al espíritu y destino del hombre. Hoy nuestra civilización se encuentra en esta misma situación: los principios sobre los que se fundó prácticamente han desaparecido. Y una sociedad sin principios está próxima a su ruina.
Este fracaso se ha debido a la errónea idea de que la meta de la vida es satisfacer sin límite las necesidades físicas. Es decir, nuestra decadencia empezó cuando “progreso” dejó de significar progreso del alma, significando sólo progreso material. A partir de entonces los hombres se olvidaron de todos aquellos principios que daban valor y sentido a la vida humana. Y, cuando una sociedad pierde su “guía”, los hombres fácilmente se corrompen por falsas ideologías, se pervierten por las deslumbrantes riquezas materiales y se infatúan de un desmesurado egoísmo; entonces, insatisfechos y amargados, no saben para qué y por qué viven, deambulando como zombis por la vida.
Si en medio de las tinieblas quedan algunas personas responsables, su sola esperanza estará en encontrar su fuerza, valor y nobleza en los principios en los que se fundamentó nuestra civilización. Sólo si hay suficientes individuos valerosos y nobles, ésta se salvará. Por el contrario, si el carácter de toda ella está irrevocablemente perdido, no quedará ninguna cosa que valga la pena de ser librada de la total ruina.
El propósito de este libro es, pues, ayudar al lector a encontrar por sí mismo el por qué y para qué está en esta vida.
La felicidad es el resultado de saberse en el camino correcto, es la tranquilidad interna de saber hacia a dónde se dirige nuestra vida, es la certeza de no sentirse perdido por mucha confusión que haya en el exterior. Ésa es la única felicidad posible.
Este fracaso se ha debido a la errónea idea de que la meta de la vida es satisfacer sin límite las necesidades físicas. Es decir, nuestra decadencia empezó cuando “progreso” dejó de significar progreso del alma, significando sólo progreso material. A partir de entonces los hombres se olvidaron de todos aquellos principios que daban valor y sentido a la vida humana. Y, cuando una sociedad pierde su “guía”, los hombres fácilmente se corrompen por falsas ideologías, se pervierten por las deslumbrantes riquezas materiales y se infatúan de un desmesurado egoísmo; entonces, insatisfechos y amargados, no saben para qué y por qué viven, deambulando como zombis por la vida.
Si en medio de las tinieblas quedan algunas personas responsables, su sola esperanza estará en encontrar su fuerza, valor y nobleza en los principios en los que se fundamentó nuestra civilización. Sólo si hay suficientes individuos valerosos y nobles, ésta se salvará. Por el contrario, si el carácter de toda ella está irrevocablemente perdido, no quedará ninguna cosa que valga la pena de ser librada de la total ruina.
El propósito de este libro es, pues, ayudar al lector a encontrar por sí mismo el por qué y para qué está en esta vida.
La felicidad es el resultado de saberse en el camino correcto, es la tranquilidad interna de saber hacia a dónde se dirige nuestra vida, es la certeza de no sentirse perdido por mucha confusión que haya en el exterior. Ésa es la única felicidad posible.