Desde los albores de la humanidad se realizaron ritos sexuales que son buena prueba de que la religión y el erotismo han venido de la mano desde que el hombre es hombre: al respecto existen muchos registros arqueológicos que así lo demuestran.
En este libro profundizaremos en los inicios del cristianismo para ver de qué forma el erotismo quedó implícito en su teología desde sus orígenes, y veremos que en muchos aspectos la religión cristiana no es sino una derivación de la religiosidad pagana, la cual tendía a conferir un sentido sexual a sus ritos religiosos.
En este estudio desvelaremos el fundamento erótico del cristianismo: las razones de sus fiestas religiosas y su relación con el erotismo; la animadversión de Yahvé contra las prácticas eróticas de sus fieles; el verdadero sentido transgresor y sexual del mito de Adán y Eva; la conformación de una ética sexual en el cristianismo durante los primeros siglos de su existencia; las alusiones sexuales entorno al culto al falo de Jesucristo a través de su prepucio; e incluso las valencias eróticas implícitas en el símbolo de la cruz, cuya significación original remite a la unión de los sexos.
Vamos a intentar demostrar que la verdadera esencia de la teología cristiana es fundamentalmente erótica.
En este libro profundizaremos en los inicios del cristianismo para ver de qué forma el erotismo quedó implícito en su teología desde sus orígenes, y veremos que en muchos aspectos la religión cristiana no es sino una derivación de la religiosidad pagana, la cual tendía a conferir un sentido sexual a sus ritos religiosos.
En este estudio desvelaremos el fundamento erótico del cristianismo: las razones de sus fiestas religiosas y su relación con el erotismo; la animadversión de Yahvé contra las prácticas eróticas de sus fieles; el verdadero sentido transgresor y sexual del mito de Adán y Eva; la conformación de una ética sexual en el cristianismo durante los primeros siglos de su existencia; las alusiones sexuales entorno al culto al falo de Jesucristo a través de su prepucio; e incluso las valencias eróticas implícitas en el símbolo de la cruz, cuya significación original remite a la unión de los sexos.
Vamos a intentar demostrar que la verdadera esencia de la teología cristiana es fundamentalmente erótica.