Todas las tradiciones espirituales han considerado la pobreza espiritual como la disposición básica que hace posible el encuentro con el Uno. El sufí se llama a sí mismo faqir, el pobre, el que carece de todo, hasta de su propio "yo", y también, darwish, el mendigo, el necesitado de Dios.
El doctor Nurbakhsh, maestro de la Orden Nematollahi desde 1953 hasta su fallecimiento en 2008, sintetiza en este libro lo más bello de la tradición sufí sobre las actitudes que llevan a la pobreza espiritual y sus consecuencias, analizando los distintos estados místicos y moradas espirituales que el viajero va recorriendo a lo largo de la Senda. De ello nos dice Rumi:
"El estado místico es como vislumbrar a la bella Amada;
la morada, como estar en Su presencia."
Cuando se vislumbra la presencia, el tiempo se detiene para el viajero, convirtiéndose en un eterno presente. El sufí sabe que tener dependencia o vivir en el pasado es malgastar el momento, e igualmente que es perder el presente pensar en el futuro. Por ello, se convierte en hijo del momento. Entonces, cada aliento se vuelve consciencia de la presencia del Amado.
El doctor Nurbakhsh, maestro de la Orden Nematollahi desde 1953 hasta su fallecimiento en 2008, sintetiza en este libro lo más bello de la tradición sufí sobre las actitudes que llevan a la pobreza espiritual y sus consecuencias, analizando los distintos estados místicos y moradas espirituales que el viajero va recorriendo a lo largo de la Senda. De ello nos dice Rumi:
"El estado místico es como vislumbrar a la bella Amada;
la morada, como estar en Su presencia."
Cuando se vislumbra la presencia, el tiempo se detiene para el viajero, convirtiéndose en un eterno presente. El sufí sabe que tener dependencia o vivir en el pasado es malgastar el momento, e igualmente que es perder el presente pensar en el futuro. Por ello, se convierte en hijo del momento. Entonces, cada aliento se vuelve consciencia de la presencia del Amado.