Berlín, en 1945, es la ciudad más desgraciada del planeta, es un montón de ruinas humeantes. Pero no acaba todavía el suplicio; sobre este escenario urbano se va a desarrollar la última batalla de la Segunda Guerra Mundial en suelo europeo. Durante semanas se luchará calle por calle y casa por casa, es un derroche de vidas con un final ya sabido: se derrumba el Tercer Reich, el sueño imperial de la Alemania nazi.
Compartido con "Morir de Azul" tenemos al coronel Quiroga, mutilado y medio loco, que al frente de SS franceses se empeña en una lucha inútil. Y entre quienes atacan Berlín encontramos a Pablo Cortés, quien era un niño en la novela "Carne de Yugo" y ahora forma parte de una escuadra de propaganda del Ejército Rojo.
Sobre este escenario convergen otros personajes que, a través de la narración, comparten intereses o miedos, o sobreviven sin más, o espían o intentan enriquecerse. Los hay que luchan por inercia y no por los ideales que en su día tuvieron, y los hay que traicionan y venden a los demás. Todos ellos tienen en común ser españoles, o tener ascendencia española, tal y como sucede con judíos sefarditas que no han perdido la añoranza por Sefarad, su nombre para España, y que guardan la llave de la casa que perdió su familia al ser expulsados por los Reyes Católicos en 1492.
Todos ellos, enemigos o aliados o juntos por conveniencia, intentan salir con vida de este infierno. Y como telón de fondo de la novela, está la trama por conseguir los secretos nucleares y científicos que atesora Alemania, una potencia derrotada que, sin embargo, en 1945, en el campo aeroespacial era la nación con mayor desarrollo tecnológico del mundo.
Hoy, apenas quedan restos en Berlín de lo que fue una ciudad destruida. Es una ciudad moderna y vibrante, y cuesta imaginar lo que aquí describimos. Recuerde el lector y disfrute de esta narrativa, sin olvidar que estos horrores no se deben repetir sobre el suelo de Europa, ni en ningún otro suelo.
Compartido con "Morir de Azul" tenemos al coronel Quiroga, mutilado y medio loco, que al frente de SS franceses se empeña en una lucha inútil. Y entre quienes atacan Berlín encontramos a Pablo Cortés, quien era un niño en la novela "Carne de Yugo" y ahora forma parte de una escuadra de propaganda del Ejército Rojo.
Sobre este escenario convergen otros personajes que, a través de la narración, comparten intereses o miedos, o sobreviven sin más, o espían o intentan enriquecerse. Los hay que luchan por inercia y no por los ideales que en su día tuvieron, y los hay que traicionan y venden a los demás. Todos ellos tienen en común ser españoles, o tener ascendencia española, tal y como sucede con judíos sefarditas que no han perdido la añoranza por Sefarad, su nombre para España, y que guardan la llave de la casa que perdió su familia al ser expulsados por los Reyes Católicos en 1492.
Todos ellos, enemigos o aliados o juntos por conveniencia, intentan salir con vida de este infierno. Y como telón de fondo de la novela, está la trama por conseguir los secretos nucleares y científicos que atesora Alemania, una potencia derrotada que, sin embargo, en 1945, en el campo aeroespacial era la nación con mayor desarrollo tecnológico del mundo.
Hoy, apenas quedan restos en Berlín de lo que fue una ciudad destruida. Es una ciudad moderna y vibrante, y cuesta imaginar lo que aquí describimos. Recuerde el lector y disfrute de esta narrativa, sin olvidar que estos horrores no se deben repetir sobre el suelo de Europa, ni en ningún otro suelo.