«Este no es un tiempo para estar distraídos», advierte el papa Francisco, «sino al contrario para permanecer alerta y despertar en nosotros la capacidad de ver lo esencial. Es el tiempo para que la Iglesia redescubra el sentido de la misión que el Señor le ha confiado el día de Pascua: ser signo e instrumento de la misericordia del Padre (cf. Jn 20,21-23)». Este es, por tanto, «el tiempo de la misericordia», como reza el título de esta publicación.
La Bula El rostro de la misericordia («Misericordiae vultus») es breve, pero su contenido es profundo y muy sugerente. La presente obra la comenta destacando sus aportaciones teológicas, pastorales y espirituales. El autor, después de indicar que la misericordia no es el único rasgo que define a Dios, subraya que las demás cualidades de Dios están al servicio de su misericordia.
En un par de capítulos comenta que Cristo es el rostro de Dios misericordioso. A continuación suscribe que la misericordia es, con frase vigorosa del Papa, «la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia». Hablando de los testigos y ministros de la misericordia de Dios, se detiene en el sacramento de la reconciliación y, después de mostrar cómo la pastoral familiar ha de cambiar al ser planteada desde la misericordia, señala algunos ámbitos especialmente necesitados de misericordia como son la convivencia social, los pobres y los excluidos, el sufrimiento y la enfermedad, y varias esferas de la vida pública. Por fin, se detiene en las actitudes necesarias para el ejercicio de la misericordia, concretamente a la hora de poner en práctica las obras de misericordia y así curar las heridas del hombre de nuestro tiempo. Cierra la publicación una reflexión sobre María, Reina y Madre de misericordia.
Este libro ofrece una ayuda notable a sacerdotes, catequistas, colaboradores de Cáritas y pastoral de la salud, etc., lo mismo que a todas las personas que quieran profundizar un poco en el tema de la misericordia, de tanta actualidad.
La Bula El rostro de la misericordia («Misericordiae vultus») es breve, pero su contenido es profundo y muy sugerente. La presente obra la comenta destacando sus aportaciones teológicas, pastorales y espirituales. El autor, después de indicar que la misericordia no es el único rasgo que define a Dios, subraya que las demás cualidades de Dios están al servicio de su misericordia.
En un par de capítulos comenta que Cristo es el rostro de Dios misericordioso. A continuación suscribe que la misericordia es, con frase vigorosa del Papa, «la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia». Hablando de los testigos y ministros de la misericordia de Dios, se detiene en el sacramento de la reconciliación y, después de mostrar cómo la pastoral familiar ha de cambiar al ser planteada desde la misericordia, señala algunos ámbitos especialmente necesitados de misericordia como son la convivencia social, los pobres y los excluidos, el sufrimiento y la enfermedad, y varias esferas de la vida pública. Por fin, se detiene en las actitudes necesarias para el ejercicio de la misericordia, concretamente a la hora de poner en práctica las obras de misericordia y así curar las heridas del hombre de nuestro tiempo. Cierra la publicación una reflexión sobre María, Reina y Madre de misericordia.
Este libro ofrece una ayuda notable a sacerdotes, catequistas, colaboradores de Cáritas y pastoral de la salud, etc., lo mismo que a todas las personas que quieran profundizar un poco en el tema de la misericordia, de tanta actualidad.