La figura de Jesucristo es indudablemente la de mayor trascendencia en la historia de la humanidad. Prácticamente todo el mundo conoce los hechos que rodearon sus útimos años y que culminaron con su crucifixión y su posterior Resurrección. Siendo la vida de Jesús el modelo a seguir dentro del Cristianismo, es inexplicable que en los textos que fueron seleccionados para conformar la Biblia, no se proporcionen detalles sobre la vida de Jesús durante su infancia y su juventud.
Fuera de unos cuantos versículos que confirman que nació en un pesebre en Belén, que sus padres se lo llevaron a Egipto para escapar de la furia del rey Herodes y que volvieron cuando éste murió, no hay más detalles sobre la infancia de Jesús.
Se pudiera alegar que era porque nadie sabía sobre su Misión, pero no hay que olvidar que hubo un grupo de pastores a quienes les fue anunciado el evento, luego llegaron los magos de Oriente y, poco tiempo después, fue reconocido por Simeón y Ana durante la presentación de Jesús en el templo. Ellos fueron quienes, llenos del espíritu Santo, profetizaron en voz alta la grandeza de su Misión. Es difícil de creer que nadie, ni siquiera sus padres, hayan registrado los hechos de su vida como niño y adolescente.
Es lógico y de sentido común creer que muchas historias maravillosas deben haber ocurrido, pero quedaron fuera de los libros sagrados. Un ser como Jesús debe haber obrado maravillas en todo momento, su sabiduría y poder debieron reflejarse en cada uno de sus actos desde el día en que fue concebido en el vientre de María.
En este ensayo espiritual, Ars E. Blade nos presenta, en un estilo narrativo, tres ejemplos de las historias que seguramente abundaron alrededor de la presencia de Jesús aun antes que Él naciera. De acuerdo al autor, las religiones han promocionado excesivamente los milagros que Jesús obraba en lo físico y han relegado estas historias por carecer de espectacularidad las cuales son, sin embargo, las que verdaderamente reflejan el objetivo primordial de la misión de Jesucristo: la conversión en el corazón de los hombres.
Fuera de unos cuantos versículos que confirman que nació en un pesebre en Belén, que sus padres se lo llevaron a Egipto para escapar de la furia del rey Herodes y que volvieron cuando éste murió, no hay más detalles sobre la infancia de Jesús.
Se pudiera alegar que era porque nadie sabía sobre su Misión, pero no hay que olvidar que hubo un grupo de pastores a quienes les fue anunciado el evento, luego llegaron los magos de Oriente y, poco tiempo después, fue reconocido por Simeón y Ana durante la presentación de Jesús en el templo. Ellos fueron quienes, llenos del espíritu Santo, profetizaron en voz alta la grandeza de su Misión. Es difícil de creer que nadie, ni siquiera sus padres, hayan registrado los hechos de su vida como niño y adolescente.
Es lógico y de sentido común creer que muchas historias maravillosas deben haber ocurrido, pero quedaron fuera de los libros sagrados. Un ser como Jesús debe haber obrado maravillas en todo momento, su sabiduría y poder debieron reflejarse en cada uno de sus actos desde el día en que fue concebido en el vientre de María.
En este ensayo espiritual, Ars E. Blade nos presenta, en un estilo narrativo, tres ejemplos de las historias que seguramente abundaron alrededor de la presencia de Jesús aun antes que Él naciera. De acuerdo al autor, las religiones han promocionado excesivamente los milagros que Jesús obraba en lo físico y han relegado estas historias por carecer de espectacularidad las cuales son, sin embargo, las que verdaderamente reflejan el objetivo primordial de la misión de Jesucristo: la conversión en el corazón de los hombres.