En la Iglesia Católica la figura de María siempre ha sido muy importante, especialmente por su contribución a la obra de la salvación. Sin embargo, en ocasiones la hemos elevado de tal manera, que olvidamos que fue una mujer del pueblo, una madre y esposa que sufrió en carne viva las dificultades de su misión, como la persecución contra su hijo cuando aœn era un bebé, las dificultades para entender que su hijo era el salvador del mundo, pero sobre todo, el martirio que como madre tuvo que pasar en el trance de la pasión y muerte de su œnico hijo.
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