El perro ha sido tradicionalmente considerado, al menos en determinadas épocas y lugares, como un ser impuro y despreciable, e incluso como la más vil de las criaturas en el contexto de las religiones abrahámicas. Sin embargo, los sufíes, en parte como reacción ante esta injusticia y en parte como herederos de las religiones iranias, en las que el perro era considerado un animal casi sagrado, se esforzaron en mostrar que poseía virtudes de las que muchos humanos carecían. Tuvieron en especial estima la pobreza y la menesterosidad del perro, considerándose a sí mismos como los perros de la vecindad del Amado. Los pasajes contenidos en el libro han sido extraídos de la literatura clásica del sufismo amoroso persa e ilustran el tipo de encuentros que tuvieron los grandes maestros sufíes con los perros.
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