Ellos solos se metieron en aquel embrollo…
Lord Kenton aceptó encantado la propuesta que la encantadora Cynthia Banester le había ofrecido, y que consistía en salir al cenador iluminado por la luz de la luna. Pero una vez allí, lo retuvo a punta de pistola para obligarlo a casarse con ella. Cosa que por su parte él estaba intentando conseguir por cualquier medio. Pero el único movimiento que tuvo que hacer para conseguirla fue acariciar sensualmente el escote de su vestido. Ella necesitaba un título, y él una fortuna. Pero había dos problemas: ¡él no era el verdadero lord Kenton y ella no era rica!
Lord Kenton aceptó encantado la propuesta que la encantadora Cynthia Banester le había ofrecido, y que consistía en salir al cenador iluminado por la luz de la luna. Pero una vez allí, lo retuvo a punta de pistola para obligarlo a casarse con ella. Cosa que por su parte él estaba intentando conseguir por cualquier medio. Pero el único movimiento que tuvo que hacer para conseguirla fue acariciar sensualmente el escote de su vestido. Ella necesitaba un título, y él una fortuna. Pero había dos problemas: ¡él no era el verdadero lord Kenton y ella no era rica!