Fidhelio es uno de los orbes regidos por ocho reinos gracias a los dioses de Horaccio. No existe armonía, predomina la desorganización generalizada; se revela así una anarquía tenaz en todas sus acontecimientos sociales. El caos, la codicia, la traición y el soberbio deseo de oprimir se manifiestan a través de los grandes imperios, unos movidos por sus creencias políticas y otros a través de su religión. Algunos líderes sumidos en la ambición luchan vilmente entre sí, en su intento por obtener el poder absoluto de todos los gobiernos. Desgarran y arrebatan la conciencia del espíritu libre de los habitantes en todo el orbe. De forma tal que ignoran el libro de Pentakkus, donde está escrito, en su único lenguaje Euzpanhie, el convenio de paz entre esos ocho reinos.
Pero más allá del universo, otro planeta paralelo siente el deterioro y el quebranto existente. Uno al lado del otro, pero totalmente disímiles. En tres mensajeros convertidos en almas se despierta la curiosidad por conocer lo que está sucediendo. Viajan veloces por el firmamento, a través del tiempo y del espacio. Esas almas son emisarios capaces de transformar a los reinos, en su modo y a su imagen. Sin embargo, dos de las almas mensajeras llegan en diferentes épocas, solo para conocer lo que desestabiliza la armonía, con el objetivo de unificar y restablecer el pacto entre las monarquías e imperios. Una de ellas se halla desde algún tiempo atrás en el reino del Dios Effür. Mientras, su alma gemela llega a la ciudad más importante llamada Terrafhileo, situada en el Reino de la Diosa Jumina. Conoce a una humilde y confiable familia con la que más tarde trabajará de forma ardua para asegurar la encomienda dada a los ocho reinados de Horaccio.
La tercera alma mensajera viajó hacia ese planeta envuelta en absoluto extravío y desolada. Este cosmos lleno de tinieblas y de oscuridad fue desterrado de su propio hogar, pues vagaba sin rumbo por los firmamentos y constelaciones. De inmediato, al conocer el sentimiento de discordia e incertidumbre imperante, se dirige rápidamente hacia el orbe. El alma, luego de arribar, procede a establecerse, para escudriñar y confundir la tranquilidad de los pueblos y de sus aliados.
Posteriormente, en el Reino del Dios Effür, un niño escucha atento y curioso las anécdotas sobre una familia de enabiunos. Con humildad examina cómo estos pequeños seres ayudaron a estabilizar los gobiernos y encendieron la llama de la esperanza a lo largo del tiempo, mediante siete piedras celestes que cada uno de los Enabiunos protegería con sus propias vidas, acompañados además por un joven intrépido, llamado Ikhus. De tal modo que todos lograrían edificar la paz y la seguridad entre los reinos, revelándonos así el comienzo de esta gran aventura en el Mundo de Fidhelio.
Pero más allá del universo, otro planeta paralelo siente el deterioro y el quebranto existente. Uno al lado del otro, pero totalmente disímiles. En tres mensajeros convertidos en almas se despierta la curiosidad por conocer lo que está sucediendo. Viajan veloces por el firmamento, a través del tiempo y del espacio. Esas almas son emisarios capaces de transformar a los reinos, en su modo y a su imagen. Sin embargo, dos de las almas mensajeras llegan en diferentes épocas, solo para conocer lo que desestabiliza la armonía, con el objetivo de unificar y restablecer el pacto entre las monarquías e imperios. Una de ellas se halla desde algún tiempo atrás en el reino del Dios Effür. Mientras, su alma gemela llega a la ciudad más importante llamada Terrafhileo, situada en el Reino de la Diosa Jumina. Conoce a una humilde y confiable familia con la que más tarde trabajará de forma ardua para asegurar la encomienda dada a los ocho reinados de Horaccio.
La tercera alma mensajera viajó hacia ese planeta envuelta en absoluto extravío y desolada. Este cosmos lleno de tinieblas y de oscuridad fue desterrado de su propio hogar, pues vagaba sin rumbo por los firmamentos y constelaciones. De inmediato, al conocer el sentimiento de discordia e incertidumbre imperante, se dirige rápidamente hacia el orbe. El alma, luego de arribar, procede a establecerse, para escudriñar y confundir la tranquilidad de los pueblos y de sus aliados.
Posteriormente, en el Reino del Dios Effür, un niño escucha atento y curioso las anécdotas sobre una familia de enabiunos. Con humildad examina cómo estos pequeños seres ayudaron a estabilizar los gobiernos y encendieron la llama de la esperanza a lo largo del tiempo, mediante siete piedras celestes que cada uno de los Enabiunos protegería con sus propias vidas, acompañados además por un joven intrépido, llamado Ikhus. De tal modo que todos lograrían edificar la paz y la seguridad entre los reinos, revelándonos así el comienzo de esta gran aventura en el Mundo de Fidhelio.