El señor de Dunkeathe tenía fuerza y astucia, sólo le faltaba una esposa para tener también poder y riqueza. Se convertiría en la envidia de todos. Pero, aunque innumerables mujeres competían por sus favores, él sólo se sentía atraído por la atrevida e inteligente lady Riona, la mujer que menos le convenía de todas. Lady Riona sabía que el arrogante caballero normando jamás elegiría por esposa a una escocesa perteneciente a una familia venida a menos. Y, sin embargo, había tanto deseo en sus ojos que incluso ella sentía la tentación de caer rendida a sus pies. Que Dios la ayudara, pero Nicholas estaba haciendo que se planteara la posibilidad de perder su cuidada virtud ante la promesa de pasar una noche entre sus brazos...
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