Lady Maude Templeton había rechazado muchas proposiciones de matrimonio. Pretendía casarse por amor... y su corazón pertenecía desde hacía tiempo a un hombre.
El señor Eden Hurst, propietario de teatros, era atractivo, inteligente, sagaz en los negocios... ¡y el menos indicado para ella! No creía absolutamente en el amor.
Parecía una empresa imposible, pero Maude estaba dispuesta a hacer que Eden se diera cuenta de que necesitaba amar... y que la necesitaba a ella precisamente.
La sociedad estaba a punto de comprobar que, cuando se lo proponía, Maude podía llegar a ser tan atrevida como sus amigos los Ravenhurst.
El señor Eden Hurst, propietario de teatros, era atractivo, inteligente, sagaz en los negocios... ¡y el menos indicado para ella! No creía absolutamente en el amor.
Parecía una empresa imposible, pero Maude estaba dispuesta a hacer que Eden se diera cuenta de que necesitaba amar... y que la necesitaba a ella precisamente.
La sociedad estaba a punto de comprobar que, cuando se lo proponía, Maude podía llegar a ser tan atrevida como sus amigos los Ravenhurst.