La joven Gisela Musgrave, tenía un sorprendente parecido, con la bella Emperatriz de Austria, Elizabeth. Al conocerla, llevó a cabo un pedido muy curioso. Pidió una extraña asignación, a la señorita Gisela Musgrave, para que ella se hiciera pasar por la Emperatriz de Austria, para una visita prometida, al señor del Castillo de Hawke, Hugo Quenby, para que no tuviera que interrumpir su caza en el campo Inglés que tanto la complacía. Pero había un nuevo señor Quenby, en el Castillo de Hawke. Un joven moreno, arrogante e cautivante, que respondió de inmediato a su belleza. Gisela, representando la Emperatriz, le estaba gustando, más de lo que había imaginado. Pero al darse cuenta de que se estaba enamorando y que el amor que ella apreciaba tanto, estaba destinado a la Emperatriz, Gisela sabía que debería huir de este embuste del destino… pues ella no era la verdadera. Cuando él descubriera la verdad, jamás la perdonaría por usurpar la identidad de la Emperatriz, aunque las dos estuvieran de acuerdo en esta inocente fechoría. Decidió entonces, que no debía verlo de nuevo. ¿Pero será que el destino, la dejaría escaparse a ciegas, del amor de su vida?
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