La relación Arte-Diseño es por excelencia una relación asimétrica que afecta de formas distintas las vicisitudes varias de la historia del diseño, sin embargo, cada vez está más reconocida institucionalmente la dimensión estética del diseño y su indudable relevancia social. En el mundo actual resulta evidente cómo lo estético y lo utilitario no solo se combinan, sino que resultan ser parte necesaria del mercado y de los nuevos productos. El diseño se incorpora así de forma directa a la producción en un contexto en el que la comunicación del producto exige una mayor visibilidad, garantizada únicamente por el valor añadido del diseño. Posiblemente nos hallemos ante un horizonte nada neutral, que nos exige volver a pensar los dispositivos que medien y redefinan el sistema de conceptos con los que pensamos y decidimos nuestras prácticas, delineando en qué términos resolvemos una nueva cultura del proyecto.
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