Una pareja es cosa de dos, siempre. He visto como una persona ha intentado salvar su pareja con mucho esfuerzo, muchísimo. Después de bastante tiempo tratando de recuperar su relación decidió abandonar extenuada, desgastada, desilusionada y deprimida. El caso de esta persona ilustra a la perfección que para poder mejorar una relación de pareja, ambos miembros de la pareja, siempre, han de recorrer un camino. Quizás uno más que otro, pero ambos deben trabajar en mejorar su relación.
Los ejercicios que vas a encontrar están pensados como una guía para empezar a hablar de manera productiva, constructiva y sin prejuicios con la pareja. Si bien hasta ahora hemos estado trabajando en ejercicios para uno de los miembros de la pareja, ahora ha llegado el momento de explicar los ejercicios que deben ser realizados por ambos miembros de la pareja.
A menudo los problemas que sufren la mayoría de parejas se pueden considerar como males menores que el paso del tiempo y los quehaceres del día a día no nos ha permitido prestarle la atención necesaria. Con el simple hecho de parar a analizarlo y de ponerlo sobre la mesa es suficiente para tomar consciencia y darle una fácil solución.
Poder encontrar un momento, un lugar y un tiempo para hablar es importante. Para hacerlo más solemne os sugiero que reservéis un espacio y un tiempo para programar una ‘reunión’ de trabajo… sin niños, sin prisas, en un entorno adecuado. En ocasiones es mejor tomarse un fin de semana y retirarse a un entorno tranquilo que induzca a la reflexión para realizar los ejercicios. El aire libre, sea montaña, playa o campo suele ser muy inspirador.
Los ejercicios que vas a encontrar están pensados como una guía para empezar a hablar de manera productiva, constructiva y sin prejuicios con la pareja. Si bien hasta ahora hemos estado trabajando en ejercicios para uno de los miembros de la pareja, ahora ha llegado el momento de explicar los ejercicios que deben ser realizados por ambos miembros de la pareja.
A menudo los problemas que sufren la mayoría de parejas se pueden considerar como males menores que el paso del tiempo y los quehaceres del día a día no nos ha permitido prestarle la atención necesaria. Con el simple hecho de parar a analizarlo y de ponerlo sobre la mesa es suficiente para tomar consciencia y darle una fácil solución.
Poder encontrar un momento, un lugar y un tiempo para hablar es importante. Para hacerlo más solemne os sugiero que reservéis un espacio y un tiempo para programar una ‘reunión’ de trabajo… sin niños, sin prisas, en un entorno adecuado. En ocasiones es mejor tomarse un fin de semana y retirarse a un entorno tranquilo que induzca a la reflexión para realizar los ejercicios. El aire libre, sea montaña, playa o campo suele ser muy inspirador.