Lo triste no es la muerte. Lo verdaderamente triste, es que no sepamos vivir
Al escribir este libro me sentí auténtico y sincero, desafiando mi miedo. Comprendí que podemos elegir entre ser víctimas o verdugos, o cualquier otra cosa que nos propongamos. Concentré toda mi energía para construir algo nuevo, diferente, empezando por lo pequeño. Poco a poco me superé, definiendo con cada palabra escrita, el sentido de mi vida. Comprendí que los hechos más difíciles, al vencerlos, han sido los que más satisfacciones me han proporcionado. Superé mi miedo a la muerte, a la pobreza, a la enfermedad, a la pérdida del amor, a la crítica y a la vejez. Aprendí a ser flexible y dejé de controlarlo todo, dejándome guiar por mi intuición, siendo yo mismo, -que a la postre-, lo convertí en mi propósito de vida. Todos nos merecemos una segunda oportunidad, pero debemos ser valientes como para aprovecharla.
Al escribir este libro me sentí auténtico y sincero, desafiando mi miedo. Comprendí que podemos elegir entre ser víctimas o verdugos, o cualquier otra cosa que nos propongamos. Concentré toda mi energía para construir algo nuevo, diferente, empezando por lo pequeño. Poco a poco me superé, definiendo con cada palabra escrita, el sentido de mi vida. Comprendí que los hechos más difíciles, al vencerlos, han sido los que más satisfacciones me han proporcionado. Superé mi miedo a la muerte, a la pobreza, a la enfermedad, a la pérdida del amor, a la crítica y a la vejez. Aprendí a ser flexible y dejé de controlarlo todo, dejándome guiar por mi intuición, siendo yo mismo, -que a la postre-, lo convertí en mi propósito de vida. Todos nos merecemos una segunda oportunidad, pero debemos ser valientes como para aprovecharla.