Fueron los pioneros en acaparar el entusiasmo de los espectadores de televisión y los primeros también que lograron crear numerosos clubes de fans por todo el mundo, cada uno organizando sus propios festivales y convenciones. Compitieron después con “Star Wars”, una película técnicamente muy brillante y aunque se parecía a otras películas de aventuras similares, resultaba totalmente nueva y con un estilo diferente. Gracias a estas historias, llegaba un momento en el cual el espectador se creía el mundo del futuro que le estaban mostrando y, además, con un gran sentido del humor. Incluir elementos cómicos le suele dar un aspecto inocente, a lo que debemos sumar el hecho de que los personajes principales tienen cierta ética en su comportamiento.
Básicamente, estas películas “del espacio” muestran una historia sencilla de caballeros galácticos, contada con magia, con tanta magia que muchos espectadores sienten la necesidad de ponerse de nuevo en la cola del cine para volverlas a ver. Después viene el coleccionismo, la asociación de admiradores, el merchandising y, en suma, la pasión por un mundo que ninguno de nosotros conseguirá vivir personalmente. Aunque no es fácil entender la admiración por un género cinematográfico, posiblemente en esta ocasión este interés está ligado a que todas las noches las estrellas nos muestran los mundos lejanos que nos rodean desde la creación del universo.
En las películas de “Star Trek” hay, además, todos los ingredientes de las clásicas películas juveniles, con un capitán (Kirk, Picard), un mago (Spock, Data), una princesa (Uhura, Deanna), algunos guapos chicos, con frecuencia monstruos y un malvado en cada capítulo. Lógicamente, les tiene que gustar. También hay mucha acción y poco romance (casi siempre platónico), navíos estelerares con gran potencia militar y toda una tecnología que nos avisa de lo que está próximo; sin olvidar su ampliación al mundo del videojuego, en donde el protagonista es el propio aficionado, lo que hasta hace poco era una quimera.
Aunque “Star Trek” nació en los años 60 mediante un serial televisivo con mucha imaginación pero parco en recursos económicos, no sería hasta los años 70 cuando alcanzaría la categoría de mito indiscutible, y eso que llegaba en una época en la cual las películas de ciencia-ficción no vivían su mejor momento.
Básicamente, estas películas “del espacio” muestran una historia sencilla de caballeros galácticos, contada con magia, con tanta magia que muchos espectadores sienten la necesidad de ponerse de nuevo en la cola del cine para volverlas a ver. Después viene el coleccionismo, la asociación de admiradores, el merchandising y, en suma, la pasión por un mundo que ninguno de nosotros conseguirá vivir personalmente. Aunque no es fácil entender la admiración por un género cinematográfico, posiblemente en esta ocasión este interés está ligado a que todas las noches las estrellas nos muestran los mundos lejanos que nos rodean desde la creación del universo.
En las películas de “Star Trek” hay, además, todos los ingredientes de las clásicas películas juveniles, con un capitán (Kirk, Picard), un mago (Spock, Data), una princesa (Uhura, Deanna), algunos guapos chicos, con frecuencia monstruos y un malvado en cada capítulo. Lógicamente, les tiene que gustar. También hay mucha acción y poco romance (casi siempre platónico), navíos estelerares con gran potencia militar y toda una tecnología que nos avisa de lo que está próximo; sin olvidar su ampliación al mundo del videojuego, en donde el protagonista es el propio aficionado, lo que hasta hace poco era una quimera.
Aunque “Star Trek” nació en los años 60 mediante un serial televisivo con mucha imaginación pero parco en recursos económicos, no sería hasta los años 70 cuando alcanzaría la categoría de mito indiscutible, y eso que llegaba en una época en la cual las películas de ciencia-ficción no vivían su mejor momento.