La relación de Salvador Dalí (1904-1989) con la pintura, el cine y la literatura ha sido objeto de numerosos estudios y es profusamente referenciada. Pero no puede decirse lo mismo acerca de sus vínculos y múltiples conexiones con la música, un territorio muy inexplorado en el que por fin, Karles Torra se aventura.
Entre la larga lista de estrellas que brillan en el firmamento sónico Daliniano, encontramos a colosos del jazz como Duke Ellington, Coleman Hawkins, astros del rock como Elvis o Lennon, nombres míticos de la psicodelia californiana (Grateful Dead, Jefferson Airplane), figuras del experimentalismo (Velvet Underground, Frank Zappa), la «crème de la crème» de la música francesa (Charles Trenet, Serge Gainsbourg, Françoise Hardy), el genio del minimalismo Erik Satie, lo más celebrado del pop y del rock de este lado de los Pirineos, junto a todo un visionario de la música electrónica como Edgar Froese y al rey del “Shock rock” Alice Cooper, al que Dalí dedicó dos retratos holográficos.
Siempre atento a los nuevos movimientos musicales, Dalí fue uno de los primeros aficionados al jazz y al blues que hubo en estas latitudes. A su vez, pondrá su extraordinario talento escenográfico al servicio de remarcables ballets y revistas de Broadway sobre músicas de Stravinsky, Wagner, Schubert, Falla o de su amigo Federico García Lorca.
Inspirador de cientos de canciones y temas instrumentales, más de un cuarto de siglo después de su desaparición siguen sucediéndose los tributos musicales a este emperador de las galaxias que también amaba la música de los grillos.
El detallado y minucioso estudio que nos brinda Karles Torra se complementa con conversaciones con personas que tuvieron relación personal con Salvador Dalí y nos aportan una visión más amplia del que fue un auténtico «alucinogenio» en el ámbito de la contracultura.
Entre la larga lista de estrellas que brillan en el firmamento sónico Daliniano, encontramos a colosos del jazz como Duke Ellington, Coleman Hawkins, astros del rock como Elvis o Lennon, nombres míticos de la psicodelia californiana (Grateful Dead, Jefferson Airplane), figuras del experimentalismo (Velvet Underground, Frank Zappa), la «crème de la crème» de la música francesa (Charles Trenet, Serge Gainsbourg, Françoise Hardy), el genio del minimalismo Erik Satie, lo más celebrado del pop y del rock de este lado de los Pirineos, junto a todo un visionario de la música electrónica como Edgar Froese y al rey del “Shock rock” Alice Cooper, al que Dalí dedicó dos retratos holográficos.
Siempre atento a los nuevos movimientos musicales, Dalí fue uno de los primeros aficionados al jazz y al blues que hubo en estas latitudes. A su vez, pondrá su extraordinario talento escenográfico al servicio de remarcables ballets y revistas de Broadway sobre músicas de Stravinsky, Wagner, Schubert, Falla o de su amigo Federico García Lorca.
Inspirador de cientos de canciones y temas instrumentales, más de un cuarto de siglo después de su desaparición siguen sucediéndose los tributos musicales a este emperador de las galaxias que también amaba la música de los grillos.
El detallado y minucioso estudio que nos brinda Karles Torra se complementa con conversaciones con personas que tuvieron relación personal con Salvador Dalí y nos aportan una visión más amplia del que fue un auténtico «alucinogenio» en el ámbito de la contracultura.