José María es un economista en paro que tiene deseos de suicidarse, si acaso no consigue trabajo antes de su cumpleaños. Unos días antes de que se cumpla la fecha fatídica, José María consigue un trabajo muy enigmático: debe acomodar las videocintas que se encuentran dentro del sótano de un edificio. El trabajo es muy misterioso, porque le pagan mucho dinero, porque sólo conoció a un extraño mensajero que le entregó las llaves del edificio, porque nadie entra ni sale de ese edificio, y porque en el sótano hay catorce videotecas que contienen las videocintas del pasado, el presente y el futuro de la vida de José María, quien no sabe cómo alguien pudo filmar toda su vida, desde su parto, sin que él se percatara. José María sospecha que lo contrataron algunos seres extraterrestres, cuya tecnología tan sofisticada les permitió invadir su privacidad. José María tiene miedo de averiguar quiénes lo contrataron, no obstante, sube al edificio de esa empresa, tratando de resolver los enigmas de esas videocintas. José María descubre que está viendo las videocintas del Eterno Retorno de Zaratustra, conjetura que tal vez lo han contratado los zoroastrianos, para que aprenda las verdades tan profundas sobre el Eterno Retorno de Zaratustra, que mitiga el miedo a lo desconocido después de la muerte. José María se convierte en un zoroastriano, que intentará salvaguardar a toda costa el Eterno Retorno de Zaratustra, pues cualquier variación del mismo podría ocasionar que se transforme en el Retorno Infinito de las Permutaciones, cuyas siglas son RIP. El problema es que José María intuye que en la última videocinta verá su muerte, que deberá emular cabalmente...
Esta es una novela trepidante que combina la ciencia ficticia con la reflexión filosófica.
Esta es una novela trepidante que combina la ciencia ficticia con la reflexión filosófica.