La vida de Antonio Lauro nos provee de tres vértices fundamentales dentro de la historia cultural venezolana del siglo XX:
-Primero, un panorama completo del desarrollo de la Guitarra en Venezuela, desde una casi inexistencia física como instrumento solista, hasta la fundación de una escuela del instrumento con reconocimiento internacional. La vida de Lauro lleva el testigo desde un punto extremo al otro, y con ello nos brinda un conocimiento real de los arbotantes creativos de Venezuela en cuanto a música y la vinculación particular que ha nacido en el país con respecto a la música escrita para Guitarra.
-Segundo, su vida brinda una visión protagónica y creativa de la historia del desarrollo sinfónico-musical del país, desde la primera organización en firme de la Orquesta Sinfónica de Venezuela y el Orfeón Lamas con Vicente Emilio Sojo, hasta la fundación y difusión de varias de las orquestas en el país. Además de la Guitarra, Lauro fue un músico completo académicamente quien con insaciable curiosidad llegó a desempeñarse como percusionista y xilofonista en la Orquesta Sinfónica de Venezuela. Fue también un reconocido cantante en diversas obras sinfónicas a la par de compositor y director de varias obras sinfónico-corales.
Por último, fue un ejemplo virtuoso de la paideia musical en Venezuela, casi en forma de apostolado en pro del arte y su enseñanza. Esta propuesta didáctica fue reformada y enriquecida con el intercambio informativo que se esforzó por mantener con sus contemporáneos y mediante el esfuerzo autodidacta. Lauro recibió varias enseñanzas de Sojo, y la que probablemente mejor aplicó fue la de una dedicación sin condiciones a la creación musical. Esto lo aprendió de aquel por medio del ejemplo cotidiano. Esta postura moral de Sojo con respecto al arte fue determinante en la vida de sus alumnos y allegados. A Lauro lo marcó muy hondamente.
En cuanto a la forma compositiva, la música más conocida de Lauro y la que ocupa mayor caudal de su creación, el vals venezolano, se establece sobre la tradición del valse pianístico que llegó a Venezuela en el siglo XIX. Lauro será un continuador de esa gran herencia que hunde raíces en el siglo anterior y que ya a comienzos de siglo XX produce frutos notables. Este “Vals” o “Valse” una vez llegado a nuestro país, fue rebotando entre compositores clásicos y versiones de músicos populares hasta macerar, por síntesis y sincretismo, un producto con identidad estética propia, lo cual aún hoy nos produce admiración y asombro por su originalidad y giros rítmicos.
Curiosamente y de forma anti-histórica, será con la Guitarra y no con el Piano con la que este Valse salga tiempo después de Venezuela para ser reconocido en el exterior como “música venezolana”. Esto comporta cierta injusticia, visto en perspectiva, tanto para la caterva de pianistas que se dedicaron a componer valses como para la cantidad de composiciones que surgieron en Venezuela, populares y clásicas, sólo pensadas para el piano, particularmente durante el siglo XIX. Serán entonces la Guitarra y la creatividad de Lauro quienes hagan resonar mundialmente a "nuestro vals", y quienes nos den con su música, sonido y pertenencia. Todo esto es cierto un siglo después de que esta forma musical llegase a nuestras costas a pesar de que en realidad, ni la guitarra ni el vals habían sido una asociación existente y perdurable en ningún país antes del maestro Lauro.
-Primero, un panorama completo del desarrollo de la Guitarra en Venezuela, desde una casi inexistencia física como instrumento solista, hasta la fundación de una escuela del instrumento con reconocimiento internacional. La vida de Lauro lleva el testigo desde un punto extremo al otro, y con ello nos brinda un conocimiento real de los arbotantes creativos de Venezuela en cuanto a música y la vinculación particular que ha nacido en el país con respecto a la música escrita para Guitarra.
-Segundo, su vida brinda una visión protagónica y creativa de la historia del desarrollo sinfónico-musical del país, desde la primera organización en firme de la Orquesta Sinfónica de Venezuela y el Orfeón Lamas con Vicente Emilio Sojo, hasta la fundación y difusión de varias de las orquestas en el país. Además de la Guitarra, Lauro fue un músico completo académicamente quien con insaciable curiosidad llegó a desempeñarse como percusionista y xilofonista en la Orquesta Sinfónica de Venezuela. Fue también un reconocido cantante en diversas obras sinfónicas a la par de compositor y director de varias obras sinfónico-corales.
Por último, fue un ejemplo virtuoso de la paideia musical en Venezuela, casi en forma de apostolado en pro del arte y su enseñanza. Esta propuesta didáctica fue reformada y enriquecida con el intercambio informativo que se esforzó por mantener con sus contemporáneos y mediante el esfuerzo autodidacta. Lauro recibió varias enseñanzas de Sojo, y la que probablemente mejor aplicó fue la de una dedicación sin condiciones a la creación musical. Esto lo aprendió de aquel por medio del ejemplo cotidiano. Esta postura moral de Sojo con respecto al arte fue determinante en la vida de sus alumnos y allegados. A Lauro lo marcó muy hondamente.
En cuanto a la forma compositiva, la música más conocida de Lauro y la que ocupa mayor caudal de su creación, el vals venezolano, se establece sobre la tradición del valse pianístico que llegó a Venezuela en el siglo XIX. Lauro será un continuador de esa gran herencia que hunde raíces en el siglo anterior y que ya a comienzos de siglo XX produce frutos notables. Este “Vals” o “Valse” una vez llegado a nuestro país, fue rebotando entre compositores clásicos y versiones de músicos populares hasta macerar, por síntesis y sincretismo, un producto con identidad estética propia, lo cual aún hoy nos produce admiración y asombro por su originalidad y giros rítmicos.
Curiosamente y de forma anti-histórica, será con la Guitarra y no con el Piano con la que este Valse salga tiempo después de Venezuela para ser reconocido en el exterior como “música venezolana”. Esto comporta cierta injusticia, visto en perspectiva, tanto para la caterva de pianistas que se dedicaron a componer valses como para la cantidad de composiciones que surgieron en Venezuela, populares y clásicas, sólo pensadas para el piano, particularmente durante el siglo XIX. Serán entonces la Guitarra y la creatividad de Lauro quienes hagan resonar mundialmente a "nuestro vals", y quienes nos den con su música, sonido y pertenencia. Todo esto es cierto un siglo después de que esta forma musical llegase a nuestras costas a pesar de que en realidad, ni la guitarra ni el vals habían sido una asociación existente y perdurable en ningún país antes del maestro Lauro.