Gloria Guerrero reconstruye la vida de este Templo con mano de orfebre y
corazón de protagonista, contándola desde adentro. Músicos, empleados,
fans, todos colaboran para crear un fresco increíble que retrata la
historia del rock en la Argentina como nadie lo había logrado hasta
ahora.
Mientras la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA
llegaba a la Argentina y se encontraba con la sarcástica campaña «Somos
derechos y humanos», la plata dulce y el «deme dos» de Martínez de Hoz
iban a la par de una inflación galopante y la represión resultaba
insostenible, el rock argentino agradecía la inesperada bendición de un
nuevo estadio en Núñez. Por fin había un lugar donde reunirse. Y de a
miles. Era una cancha de básquet, sí, pero terminó siendo un escenario
que trascendió sus dimensiones físicas: se convirtió en mito.
El Estadio Obras se inauguró a fines de 1978 y durante 31 años fue el
Templo, nuestra casa. El rock caminó sus pasillos, y descansó y bebió en
sus camarines. De Seru Giran a Soda Stereo, de los Redondos a Spinetta,
de Sumo a Divididos, Gieco o Calamaro: el Primer Obras de un artista
significó, siempre, infinitamente más que un concierto.
corazón de protagonista, contándola desde adentro. Músicos, empleados,
fans, todos colaboran para crear un fresco increíble que retrata la
historia del rock en la Argentina como nadie lo había logrado hasta
ahora.
Mientras la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA
llegaba a la Argentina y se encontraba con la sarcástica campaña «Somos
derechos y humanos», la plata dulce y el «deme dos» de Martínez de Hoz
iban a la par de una inflación galopante y la represión resultaba
insostenible, el rock argentino agradecía la inesperada bendición de un
nuevo estadio en Núñez. Por fin había un lugar donde reunirse. Y de a
miles. Era una cancha de básquet, sí, pero terminó siendo un escenario
que trascendió sus dimensiones físicas: se convirtió en mito.
El Estadio Obras se inauguró a fines de 1978 y durante 31 años fue el
Templo, nuestra casa. El rock caminó sus pasillos, y descansó y bebió en
sus camarines. De Seru Giran a Soda Stereo, de los Redondos a Spinetta,
de Sumo a Divididos, Gieco o Calamaro: el Primer Obras de un artista
significó, siempre, infinitamente más que un concierto.