Estas tres baladas que conforman el presente volumen han sido entresacadas de ese acervo inacabable que es la mitología griega. Son tres mitos breves y sencillos a los que les he ido dando forma puliéndolos hasta adaptarlos a mi espíritu inquieto que busca ese don maravilloso del amor en medio del tedio y de la soledad que lo circundan hasta estrangularlo, haciéndolo lágrima incontenible.
He querido que fuesen tres historias infortunadas y trágicas de personajes atormentados para que estuviesen más acordes con los sentimientos de mi corazón, pero a la vez estuvo mi deseo de dotarlas de una fugaz brizna de felicidad telúrica y perecedera para hacer más real y terrible el final de cada una.
Subyace en estas baladas una evidente dualidad entre el sueño que ennoblece mi alma y la dura realidad que lacera mi corazón, entre el deseo y la ansiedad en que se anega mi agostado amor y la verdad única de mi soledad que lo ahoga.
El tiempo futuro en el que están escritas es el más fiel reflejo de un amor sin esperanzas, de una felicidad sin fe, de una dicha inasible y sin horizontes, de una vida vacía y sin sentido, de una ilusión frustrada y sin caminos, fruto, quizás, no sólo de mi manera de pensar, sino también del momento depresivo en el que me hallo inmerso.
He querido que fuesen tres historias infortunadas y trágicas de personajes atormentados para que estuviesen más acordes con los sentimientos de mi corazón, pero a la vez estuvo mi deseo de dotarlas de una fugaz brizna de felicidad telúrica y perecedera para hacer más real y terrible el final de cada una.
Subyace en estas baladas una evidente dualidad entre el sueño que ennoblece mi alma y la dura realidad que lacera mi corazón, entre el deseo y la ansiedad en que se anega mi agostado amor y la verdad única de mi soledad que lo ahoga.
El tiempo futuro en el que están escritas es el más fiel reflejo de un amor sin esperanzas, de una felicidad sin fe, de una dicha inasible y sin horizontes, de una vida vacía y sin sentido, de una ilusión frustrada y sin caminos, fruto, quizás, no sólo de mi manera de pensar, sino también del momento depresivo en el que me hallo inmerso.