Analizamos Mujeres soñaron caballos de Daniel Veronese (2000), obra en la que no estamos ante una respuesta violenta a la norma sino una salida hacia los márgenes. La no enunciación es una reformulación consciente y metódica que rechaza todo lo impuesto, sin ignorar el peso de la tradición que precede la obra y en la cual se halla inmersa. El silencio y el vacío funcionan, tanto en el texto como así también en la puesta en escena, como líneas de fuga, como elección racional y estratégica que permite sabotear el orden establecido por el logos.
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