Una crónica intimista sobre la vida en Euskadi durante los años de plomo.
Noa creció en Mondragón, uno de los epicentros del conflicto en Euskadi, entre los miedos de la infancia y las tribulaciones de la adolescencia. Vivir esquivando continuas espirales irracionales de violencia resultaba emocionalmente extenuante. Quiso dejarlo todo atrás, pero sus elecciones vitales le condujeron inexorablemente hacia un destino afectado por otros conflictos.
Con el tiempo se dio cuenta de que huir era inútil porque el olvido es imposible cuando la violencia marca el alma a sangre y fuego. Era imprescindible buscar otros caminos para enfrentarse al dolor y reconciliarse con los recuerdos. En el Peine del Viento encontró un espacio mágico para entender no sólo la fugacidad de la vida, sino también la responsabilidad existencial de dar un sentido constructivo a nuestro paso por el mundo.
Noa creció en Mondragón, uno de los epicentros del conflicto en Euskadi, entre los miedos de la infancia y las tribulaciones de la adolescencia. Vivir esquivando continuas espirales irracionales de violencia resultaba emocionalmente extenuante. Quiso dejarlo todo atrás, pero sus elecciones vitales le condujeron inexorablemente hacia un destino afectado por otros conflictos.
Con el tiempo se dio cuenta de que huir era inútil porque el olvido es imposible cuando la violencia marca el alma a sangre y fuego. Era imprescindible buscar otros caminos para enfrentarse al dolor y reconciliarse con los recuerdos. En el Peine del Viento encontró un espacio mágico para entender no sólo la fugacidad de la vida, sino también la responsabilidad existencial de dar un sentido constructivo a nuestro paso por el mundo.