¿Por qué ocuparse de los majaderos del pasado teniendo tantos y tan preclaros en nuestros días? La razón es que los antiguos son majaderos «completos», eso es: han llegado al cenit de sus posibilidades majaderescas, mientras que de los del presente (a los que todos vemos todos los días en los telediarios) aún podemos esperar muchas perlas que completen su palmarés.
Enrique Gallud Jardiel —humorista de la saga de Jardiel Poncela, su ilustre abuelo—, que ya se despachó a gusto desmitificando a los literatos plúmbeos en su Historia estúpida de la literatura y zarandeando a los periodistas analfabetos en su Español para andar por casa, la emprende ahora con las figuras de la historia: esa «mentira encuadernada», que dijo el otro.
La Historia, señores míos, está repleta de gente, es el camarote de los hermanos Marx de la eternidad. Y los personajes históricos elegidos para este repaso lo han sido por sus culpas irredentas. Los hay poco simpáticos. Hay muchos asesinantes o asesinadores, que mataron mucho y bien para poder mangonear el mundo a placer. Otros destacaron por su arte, por estar como una cabra o, en muchos casos, por las dos cosas a la vez. A la hora de seleccionar majaderos en los anaqueles del tiempo no ha faltado donde elegir. La tarea más ardua del semblanzador ha sido decidir cuándo parar, pero aun así muchos cretinos se han quedado fuera. ¡Qué se le va a hacer! Como dijo Quevedo: «Yo he hecho lo que he podido; Fortuna, lo que ha querido».
Enrique Gallud Jardiel —humorista de la saga de Jardiel Poncela, su ilustre abuelo—, que ya se despachó a gusto desmitificando a los literatos plúmbeos en su Historia estúpida de la literatura y zarandeando a los periodistas analfabetos en su Español para andar por casa, la emprende ahora con las figuras de la historia: esa «mentira encuadernada», que dijo el otro.
La Historia, señores míos, está repleta de gente, es el camarote de los hermanos Marx de la eternidad. Y los personajes históricos elegidos para este repaso lo han sido por sus culpas irredentas. Los hay poco simpáticos. Hay muchos asesinantes o asesinadores, que mataron mucho y bien para poder mangonear el mundo a placer. Otros destacaron por su arte, por estar como una cabra o, en muchos casos, por las dos cosas a la vez. A la hora de seleccionar majaderos en los anaqueles del tiempo no ha faltado donde elegir. La tarea más ardua del semblanzador ha sido decidir cuándo parar, pero aun así muchos cretinos se han quedado fuera. ¡Qué se le va a hacer! Como dijo Quevedo: «Yo he hecho lo que he podido; Fortuna, lo que ha querido».