La tesis de este libro es que el arquitecto catalán perteneció entre 1870 y 1880 a la Masonería. En efecto, durante esos años es fácil demostrar que absolutamente todos los amigos de Gaudí, sus protectores, sus asociados, incluso sus maestros y quienes le dieron los primeros contratos, todos eran miembros de la francmasonería. Cuando Gaudí empezó a ser el arquitecto de moda entre la alta burguesía catalana, mayoritariamente católica y antimasónica, se preocupó de borrar los rastros de esta militancia masónica. Pero quedó uno, acaso el más importante: su obra y especialmente el Park Güell, verdadero testamento simbólico de Antonio Gaudí. Hay, en efecto, un misterio Gaudí, y este libro nos ayuda a penetrar en él.
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