Esta es la reedición de El Doctor Figari, cuya primera edición se
publicó en 2002, y que se encontraba agotada desde hace mucho tiempo.
En este libro se narra la peripecia de un auténtico "hombre universal",
una suerte de ?Leonardo? uruguayo, ávido de saberes, oficios y pasiones.
De ese modo, no es solo al reconocido plástico al que se registra:
también destacan su empecinada y altruista tarea como Defensor de
Oficio; su arduo y muchas veces incomprendido desempeño como Director de
la Escuela Nacional de Artes y Oficios; su cercanía con los políticos de
mayor fuste del momento. Pero más allá de todas estas actividades, en
este texto el Dr. Sanguinetti evoca también al filósofo y al pedagogo,
al pensador y humanista que se adentró en la elaboración de entramados
conceptuales originales que aún hoy nos interpelan.
No falta el Figari admirado y respetado por otros intelectuales y
artistas que con él compartieron, en América y Europa, tiempos de
efervescencia creativa, como Güiraldes, Reyles, Borges, Martinenche,
Lesca, Delacroix, Roustan, Supervielle, Valéry, Ortega y Gasset... Pero
tampoco se deja en el olvido al Figari hombre de familia, al padre
siempre pendiente de sus hijos, por quienes bregó para que nada les
faltara, aun en su edad avanzada y no obstante haber sufrido grandes
sinsabores y pérdidas afectivas.
publicó en 2002, y que se encontraba agotada desde hace mucho tiempo.
En este libro se narra la peripecia de un auténtico "hombre universal",
una suerte de ?Leonardo? uruguayo, ávido de saberes, oficios y pasiones.
De ese modo, no es solo al reconocido plástico al que se registra:
también destacan su empecinada y altruista tarea como Defensor de
Oficio; su arduo y muchas veces incomprendido desempeño como Director de
la Escuela Nacional de Artes y Oficios; su cercanía con los políticos de
mayor fuste del momento. Pero más allá de todas estas actividades, en
este texto el Dr. Sanguinetti evoca también al filósofo y al pedagogo,
al pensador y humanista que se adentró en la elaboración de entramados
conceptuales originales que aún hoy nos interpelan.
No falta el Figari admirado y respetado por otros intelectuales y
artistas que con él compartieron, en América y Europa, tiempos de
efervescencia creativa, como Güiraldes, Reyles, Borges, Martinenche,
Lesca, Delacroix, Roustan, Supervielle, Valéry, Ortega y Gasset... Pero
tampoco se deja en el olvido al Figari hombre de familia, al padre
siempre pendiente de sus hijos, por quienes bregó para que nada les
faltara, aun en su edad avanzada y no obstante haber sufrido grandes
sinsabores y pérdidas afectivas.