El 4 de marzo de 2008 la policía de Malasia detuvo a un grupo de trabajadores en una planta de procesamiento de metanfetamina. Tras las primeras averiguaciones, la mayoría de los capturados quedaron libres. Sólo tres hermanos de nacionalidad mexicana permanecieron presos, en espera de su juicio. La perspectiva era tremenda: en Malasia se castiga el narcotráfico con la pena de muerte. En esta crónica se retrata el caso de los hermanos González Villarreal como ejemplo de lo que pasa cuando se enfrentan los poderosos contra los más indefensos, los “desechables”, los soldados más ínfimos del ejército del narco. Una historia en la que los intereses de los gobiernos, los partidos políticos y los capos criminales bastan para aplastar a los que menos tienen.
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