La historia de la provincia de Ciudad Real (la propia historia de España) no puede entenderse sin las órdenes de caballería, protagonistas de la colonización, tras la Reconquista, de la mayor parte de Ciudad Real. Con esta sencilla publicación, en Ciudad Real, sede del Coto Redondo de las Órdenes de Caballería de Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa, que S.S. el Papa Pío IX, fundara el siglo pasado bajo el reinado de S.M. la Reina Isabel II, queremos rendir homenaje a dichas Órdenes al evocar el martirio del Prior y Caballero de Santiago, el beato Narciso de Estenaga y Echevarría. Las Órdenes Militares han continuado manteniendo los fines históricos, que tuvieron desde sus orígenes, como son la Santificación Personal, el Culto Divino y la Defensa de la Fe, y con el objeto de adecuarse a los tiempos presentes, a petición de S.A.R. el Conde de Barcelona (q.g.h), Decano Presidente del Real Consejo, nuestro Obispo Prior Monseñor Don Rafael Torija de la Fuente, indicó adoptar dos nuevos fines que son el Benéfico Social y el Histórico Cultural. El beato Narciso de Estenaga y Echevarría nació en Logroño el 29 de octubre de 1882 siendo ordenado sacerdote en el año 1907. Fue Deán de la Catedral de Toledo y reconocido experto en Historia. En el año 1922 fue nombrado obispo con el título de Dora y Prior de las cuatro Órdenes Militares en la diócesis de Ciudad Real. Era caballero de la Orden de Santiago. Actuó como Pastor de la Diócesis con suma dedicación, piedad y austeridad de vida Cuando en el verano 1936 estalló la persecución religiosa contra la Iglesia en España, el obispo-Prior Narciso y Julio Melgar, secretario, aunque tuvieron la oportunidad de huir, no quisieron abandonar su ciudad. “El Obispo de Ciudad Real no tiene vacaciones este año. Mis hijos pueden necesitar de mí y aquí estaré dispuesto al sacrificio, si Dios lo quiere”. “Preveo acontecimientos difíciles para España y quiero estar en mi puesto”; precisamente ahora que los lobos rugen alrededor del rebaño, el pastor no debe huir; mi obligación es permanecer aquí”. “Matáis un hombre, pero no el espíritu” Como Jesús murió fuera de los muros de la Ciudad Santa, así D. Narciso como un criminal fue alejado de su Cátedra Episcopal sin tener la dicha de morir en medio de su rebaño. Y murió perdonando y bendiciendo. El 22 de agosto de 1936, fue fusilado, por odio a la fe, en Peralbillo (Ciudad Real). Y beatificado en Roma el 28 de octubre de 2007. Junto a él sufrió el martirio D. Julio Melgar, su secretario fiel. El 3 de noviembre los restos fueron depositados en urnas -relicarios bajo el Altar Mayor de la I.P.B. Catedral de Ciudad Real.
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