El viajero experimentado emprende la ruta. Cuarenta años atrás visitó algunos de los lugares, así que ciertos tramos del camino los conoce ya. Sí, le resultan familiares pero a la vez distintos, pues los tiempos ahora son otros, otros los regímenes que los gobiernan, otros los terrores. Él también era una persona diferente.
Desde Xi’an, en el corazón de China, a Antioquía, pasando por las montañas del Asia central, el norte de Afganistán y las llanuras de Irán, en autobús, tren, carro y camello, Colin Thubron busca en este libro el rastro de la que fue la mayor ruta terrestre del mundo, aquella gracias a la que llegaron a Occidente no sólo la seda, sino también el papel, la pólvora, el estribo o la brida.
En total, Thubron cubre en su periplo más de once mil kilómetros en ocho meses a través de un enorme entramado de arterias que se separan y convergen a lo largo y ancho del continente asiático, creando con sus palabras una magnífica visión de un mundo antiguo expuesto a la agitación de la era moderna