“Diario de un Desahuciado”, de mi amigo Marco Antonio Meza Flores, es un libro que ha sido escrito por hombres y mujeres que rompieron la botella y leyeron el mensaje en su interior, que desafiaron desde adentro las voces de una sociedad que se empeña en las apariencias y olvida la salud verdadera, la vida real, las emociones, los sentimientos, la necesidad de una satisfacción que va más allá de lo material, de lo socialmente material. Es un libro que incluso desafía el concepto material de la espiritualidad y del alma. Un libro escrito por un autor que es en sí mismo una diversidad enorme de autores que ha asimilado durante su profesión y su acción de vivir sin cordura, sin esa cordura insana que nos aprisiona a una isla de apariencias y perfecciones que se desvanecen tan pronto se oculta el sol.
He roto muchas botellas en mi vida, me he obsesionado con ir contra la corriente, con abandonar islas, con emigrar de ciudades; me he internado en desiertos, en campos rurales que acusan la muerte, he recibido mensaje de moribundos que en último momento emiten sus memorias para advertir sobre los peligros de una vida mal vivida, desaprovechada. Pero “Diario de un Desahuciado” ha sido un mensaje que no recibí antes, uno que me obligó a escribir mientras leía. Sí, a escribir dentro de mí, durante cuarenta días, en un diario interno, donde las preguntas saltaron y me mostraron aspectos que quise obviar, que mantuve atados detrás de una pared blanca de dimensiones exageradas, creyendo que así me resguardaba.
En términos de narrativa es una novela escrita en primera persona, que surge de un juego de roles, con un tono melancólico pero potente, con un ritmo impresionante; elementos que se ajustan de forma ideal para crear armonía entre fondo y forma, con una estructura limpia, resultando en el diario de un hombre que se enrumba al descubrimiento de sí mismo. Con un poder descriptivo capaz de sumergir al lector en un universo inédito, donde algunos puntos geográficos y escenas cotidianas le darán idea de la localidad. Posee un lenguaje nada técnico a pesar de la profesión del autor. Marco ha logrado un equilibrio en el lenguaje, su novela realmente es un arte, una narración atractiva y sugerente.
Gusmar Sosa
Escritor venezolano
He roto muchas botellas en mi vida, me he obsesionado con ir contra la corriente, con abandonar islas, con emigrar de ciudades; me he internado en desiertos, en campos rurales que acusan la muerte, he recibido mensaje de moribundos que en último momento emiten sus memorias para advertir sobre los peligros de una vida mal vivida, desaprovechada. Pero “Diario de un Desahuciado” ha sido un mensaje que no recibí antes, uno que me obligó a escribir mientras leía. Sí, a escribir dentro de mí, durante cuarenta días, en un diario interno, donde las preguntas saltaron y me mostraron aspectos que quise obviar, que mantuve atados detrás de una pared blanca de dimensiones exageradas, creyendo que así me resguardaba.
En términos de narrativa es una novela escrita en primera persona, que surge de un juego de roles, con un tono melancólico pero potente, con un ritmo impresionante; elementos que se ajustan de forma ideal para crear armonía entre fondo y forma, con una estructura limpia, resultando en el diario de un hombre que se enrumba al descubrimiento de sí mismo. Con un poder descriptivo capaz de sumergir al lector en un universo inédito, donde algunos puntos geográficos y escenas cotidianas le darán idea de la localidad. Posee un lenguaje nada técnico a pesar de la profesión del autor. Marco ha logrado un equilibrio en el lenguaje, su novela realmente es un arte, una narración atractiva y sugerente.
Gusmar Sosa
Escritor venezolano