Segunda entrega de la obra Cien Mil palabras de Esteban Peicovich, Argentino, 1930. Dice sobre su obra: "Soy un campesino de palabras. Las cultivo para vivir. Sigo su música, merodeo sus bordes, atiendo sus relámpagos. A su través, el ojo muestra, la inocencia provee y la lengua escoge. Todo humano contiene poesía natural y Pablo de Tarso fue su primer evangelista al vocear por los caminos “Sois como dioses y no os dais cuenta”. Toda vida es biografía: “vida a escribir” En mi caso, bien larga ya. Soy siglo 19 por formación, 20 por perdición y 21 por desesperación. Paisajes que me llevaron del soneto inicial al monólogo poético, al relato, el cuento, la novela y la crónica periodística. En todos ellos me place y alimenta permanecer en atenta cuidadosa ignorancia. Para ello cultivo con gusto cierta infancia madura y militante. Dudo que la realidad sea real. Al menos, parte de ella. Por eso mis filias y fobias me aproximan más a un arrojador de botellas al mar que al típico escritor testimonial terrero, hecho y derecho.
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