La necesaria biografía profesional y política de Manuel Buendía, figura central del periodismo mexicano del siglo XX y víctima de la corrupción en los círculos más altos del poder público.
Entre 1982 y 1985, José Antonio Zorrilla corrompió la Dirección Federal de Seguridad, una policía política ya caracterizada por su proceder autoritario y violento. En los tres años en que la tuvo bajo su mando, la puso al servicio del narcotráfico y él mismo se enriqueció encubriendo, protegiendo y extorsionando a las bandas delincuenciales.
Cuando supo que el periodista Manuel Buendía, de quien se reputaba amigo, se aproximaba a documentar ese nexo perverso entre la policía encargada de la seguridad nacional y los más peligrosos delincuentes de aquella época, simplemente lo mandó matar. Con personal a sus órdenes planeó y cometió, el 30 de mayo de 1984, uno de los crímenes que más han conmovido a la sociedad mexicana. Y como en una escena teatral, propia de una novela, él mismo organizó y presidió el funeral del columnista más influyente del país.
Manuel Buendía fue de ese modo la primera víctima de la colusión entre las corporaciones policiales y la narcodelincuencia. Sólo asesinándolo, y por la espalda para que no pudiera defenderse, se consiguió que callara. Su muerte significó también que llegara a la cúspide de su influencia social, producto de la construcción de una personalidad que aquí se narra, en su doble perspectiva humana y profesional.
MIGUEL ÁNGEL GRANADOS CHAPA (1941-2011)
Entre 1982 y 1985, José Antonio Zorrilla corrompió la Dirección Federal de Seguridad, una policía política ya caracterizada por su proceder autoritario y violento. En los tres años en que la tuvo bajo su mando, la puso al servicio del narcotráfico y él mismo se enriqueció encubriendo, protegiendo y extorsionando a las bandas delincuenciales.
Cuando supo que el periodista Manuel Buendía, de quien se reputaba amigo, se aproximaba a documentar ese nexo perverso entre la policía encargada de la seguridad nacional y los más peligrosos delincuentes de aquella época, simplemente lo mandó matar. Con personal a sus órdenes planeó y cometió, el 30 de mayo de 1984, uno de los crímenes que más han conmovido a la sociedad mexicana. Y como en una escena teatral, propia de una novela, él mismo organizó y presidió el funeral del columnista más influyente del país.
Manuel Buendía fue de ese modo la primera víctima de la colusión entre las corporaciones policiales y la narcodelincuencia. Sólo asesinándolo, y por la espalda para que no pudiera defenderse, se consiguió que callara. Su muerte significó también que llegara a la cúspide de su influencia social, producto de la construcción de una personalidad que aquí se narra, en su doble perspectiva humana y profesional.
MIGUEL ÁNGEL GRANADOS CHAPA (1941-2011)