Apareció de repente, en una solitaria playa de un lugar desconocido. No recordaba nada: ni de dónde venía, ni quién era, ni cómo había llegado hasta ahí.
La gente que lo rescató, aseguraba que las bestias habían engullido la tierra y que el océano lo anegaba todo. Solo quedaban en pie aquellas dos islas: Axelle y Silvanio, protegidas por un dios al que todos llamaban Épsilon, pero eso era absurdo. ¿Épsilon? ¿Dónde había oído ese nombre? No lo sabía, pero le era familiar.
Tenía que encontrar la manera de recordar si quería hallar las respuestas, si quería volver al lugar al que pertenecía. Pero ¿cómo? para esas personas, él sufría una enfermedad que asolaba el mundo. La desmemoria, la llamaban, y aseguraban que todo el que la contraía, acababa muriendo.
La joven Leisa, experta en la enfermedad, fue la encargada de tratarlo y ayudarle a interpretar esos extraños sueños de ciudades tecnológicas y sociedades complejas, al mismo tiempo que le mostraba ese nuevo y enigmático mundo que tenía ante sus ojos. Un mundo extraño, a veces cruel, y que estaba a punto de sumirse en el caos por los conflictos de la alta sociedad, mientras los augurios del Apocalipsis señalaban el fin de todo.
La gente que lo rescató, aseguraba que las bestias habían engullido la tierra y que el océano lo anegaba todo. Solo quedaban en pie aquellas dos islas: Axelle y Silvanio, protegidas por un dios al que todos llamaban Épsilon, pero eso era absurdo. ¿Épsilon? ¿Dónde había oído ese nombre? No lo sabía, pero le era familiar.
Tenía que encontrar la manera de recordar si quería hallar las respuestas, si quería volver al lugar al que pertenecía. Pero ¿cómo? para esas personas, él sufría una enfermedad que asolaba el mundo. La desmemoria, la llamaban, y aseguraban que todo el que la contraía, acababa muriendo.
La joven Leisa, experta en la enfermedad, fue la encargada de tratarlo y ayudarle a interpretar esos extraños sueños de ciudades tecnológicas y sociedades complejas, al mismo tiempo que le mostraba ese nuevo y enigmático mundo que tenía ante sus ojos. Un mundo extraño, a veces cruel, y que estaba a punto de sumirse en el caos por los conflictos de la alta sociedad, mientras los augurios del Apocalipsis señalaban el fin de todo.