Una nube amenazadora se ensancha sobre la Ciudad Santa del dios Sol. Sus autoridades máximas, el Pontífice y el Rey, discrepan entre sí. La razón de ello, nadería parece: ambos, abuelo el uno y padre el otro del todavía niño Atusco, príncipe heredero, se encrespan con el tema de la educación que recibe el muchacho. El Venerable Sambalá augura grandes daños para el reino.
El sacerdote Imo-a, el Gran Cóndor, hombre de confianza del Venerable, percibe sombras sospechosas bajo la pueril cuestión; se decide profundizar en la materia y escoge como instrumento suyo al joven Pituco, perteneciente a una familia de proscritos. Autorizado por su madre, la Viuda, el mozo entra al servicio de Imo-a. El sacerdote empieza por buscar un maestro para que lo desbaste. Con este fin lo entrega a Cuervo-pico, un guerrero retirado protegido por el Templo, que “habrá de enseñarle al chico todo lo que sabe”.
Cuervo-pico no se limita a cumplir con el encargo. Curioso impenitente y amigo de resolver acertijos, se involucra en las pesquisas de Imo-a. Se trata de dilucidar si Astuco es cabeza o simple tapadera de la trama oculta. Ni más ni menos.
El sacerdote Imo-a, el Gran Cóndor, hombre de confianza del Venerable, percibe sombras sospechosas bajo la pueril cuestión; se decide profundizar en la materia y escoge como instrumento suyo al joven Pituco, perteneciente a una familia de proscritos. Autorizado por su madre, la Viuda, el mozo entra al servicio de Imo-a. El sacerdote empieza por buscar un maestro para que lo desbaste. Con este fin lo entrega a Cuervo-pico, un guerrero retirado protegido por el Templo, que “habrá de enseñarle al chico todo lo que sabe”.
Cuervo-pico no se limita a cumplir con el encargo. Curioso impenitente y amigo de resolver acertijos, se involucra en las pesquisas de Imo-a. Se trata de dilucidar si Astuco es cabeza o simple tapadera de la trama oculta. Ni más ni menos.