En una sociedad extremadamente organizada la democracia ha sido superada por un nuevo orden social. La evolución de las civilizaciones del último siglo no sólo se había detenido, sino que ya se dejaba notar cierta involución. Por eso chimpancés y leones, habitualmente cabezas pensantes y dirigentes tanto de corporaciones como gobiernos de todos los países tomaron el mando.
Desde un papel en blanco desarrollaron una nueva civilización, una nueva forma de organizarse que ha sido testada y verificada como una mejora suficiente respecto a las antiguas y desfasadas democracias.
Cada especie animal es dirigida a realizar los trabajos que por nacimiento son los más adecuados para sus habilidades innatas. De esta manera todo el tejido económico, social y sanitario funciona con una eficiencia máxima.
Desde nuestra llegada al mundo, uno tiene asegurado su futuro, con poco margen de maniobra. Es posible promocionar, ascender, pero tan sólo dentro de la especialidad delimitada para tu especie.
El sistema es aceptado por la mayor parte de la población. Un amplio estado del bienestar, así como una intensa propaganda y un férreo control ayudan a perpetuarlo.
No todo es perfecto. Siempre hay un pequeño escape, una mínima imperfección, un grupo de almas que no encajan en el sistema. Su existencia es necesaria para tapar todos los defectos del planteamiento. Un mal menor.
Han sido expulsados de sus propias vidas. Sin contar siquiera con su voluntad o conocimiento son designados para llevar a cabo las peores tareas, las más indignas, las más difíciles y farragosas, aquellas que no es posible asociar a ninguna otra especie.
Esta es la historia de cuatro de esos seres olvidados. A pesar de no contar para nadie, de no encajar, ni servir como deberían, ellos están vivos. Pertenecen a este mundo y van a luchar mientras vivan. Tan sólo necesitan aprovechar la oportunidad.
Desde un papel en blanco desarrollaron una nueva civilización, una nueva forma de organizarse que ha sido testada y verificada como una mejora suficiente respecto a las antiguas y desfasadas democracias.
Cada especie animal es dirigida a realizar los trabajos que por nacimiento son los más adecuados para sus habilidades innatas. De esta manera todo el tejido económico, social y sanitario funciona con una eficiencia máxima.
Desde nuestra llegada al mundo, uno tiene asegurado su futuro, con poco margen de maniobra. Es posible promocionar, ascender, pero tan sólo dentro de la especialidad delimitada para tu especie.
El sistema es aceptado por la mayor parte de la población. Un amplio estado del bienestar, así como una intensa propaganda y un férreo control ayudan a perpetuarlo.
No todo es perfecto. Siempre hay un pequeño escape, una mínima imperfección, un grupo de almas que no encajan en el sistema. Su existencia es necesaria para tapar todos los defectos del planteamiento. Un mal menor.
Han sido expulsados de sus propias vidas. Sin contar siquiera con su voluntad o conocimiento son designados para llevar a cabo las peores tareas, las más indignas, las más difíciles y farragosas, aquellas que no es posible asociar a ninguna otra especie.
Esta es la historia de cuatro de esos seres olvidados. A pesar de no contar para nadie, de no encajar, ni servir como deberían, ellos están vivos. Pertenecen a este mundo y van a luchar mientras vivan. Tan sólo necesitan aprovechar la oportunidad.