Pese a los avances, los descubrimientos y la disminución de la mortalidad de algunos tipos, el cáncer sigue siendo una enfermedad que escondemos, como lo era la tuberculosis a principios del siglo veinte y la lepra en épocas bíblicas. Todavía leemos o escuchamos que alguien murió después de una larga enfermedad, sin que se cite la palabra cáncer. La seguimos escondiendo debajo de la alfombra, no la enfrentamos. Es difícil hacerlo, por lo que provoca en el paciente y en su entorno familiar: uno tiene que aprender a convivir con el cáncer, comer con el cáncer, despertarse con el cáncer y vivir el resto de la vida con esta enfermedad.
En un excelente ensayo sobre la enfermedad y sus metáforas, Susan Sontag [La enfermedad y sus metáforas. El sida y sus metáforas. Editorial Taurus. Buenos Aires, 2003], describe –a mediados de los ochenta– estas enfermedades de esta forma:
En un excelente ensayo sobre la enfermedad y sus metáforas, Susan Sontag [La enfermedad y sus metáforas. El sida y sus metáforas. Editorial Taurus. Buenos Aires, 2003], describe –a mediados de los ochenta– estas enfermedades de esta forma: