El siglo que nos abandona estuvo signado por una preocupación
ecológica y medioambiental creciente. En todos los rincones del globo y
apelando a todas las modulaciones se ha repetido con insistencia la
misma pregunta: “¿qué vamos a hacer con nuestro planeta?” Pero este
interrogante y el desafío que implica su respuesta se ha visto
complementado en estos últimos años por otro, probablemente más
radical, de naturaleza antropológica: “¿qué vamos a hacer con nuestra
propia especie?”
El futuro, por tanto, no es sin más que lo que todavía no es: en realidad positiva, es el porvenir que he decidido llegue a ser.
ecológica y medioambiental creciente. En todos los rincones del globo y
apelando a todas las modulaciones se ha repetido con insistencia la
misma pregunta: “¿qué vamos a hacer con nuestro planeta?” Pero este
interrogante y el desafío que implica su respuesta se ha visto
complementado en estos últimos años por otro, probablemente más
radical, de naturaleza antropológica: “¿qué vamos a hacer con nuestra
propia especie?”
El futuro, por tanto, no es sin más que lo que todavía no es: en realidad positiva, es el porvenir que he decidido llegue a ser.