Estamos sufriendo y disfrutando la más grande explosión de conocimientos de la historia de la humanidad, la cual genera una poderosa corriente de inventos, novedades y aplicaciones, que retroalimenta los ambientes que los vieron nacer.
El núcleo de esa explosión de conocimientos está disperso en unos pocos centros del saber, en un puñado de países, que son los que en realidad extienden las fronteras del conocimiento. Son auténticas incubadoras de ideas cuyo trabajo cotidiano es jugar con lo imposible.
Incorporarse al exclusivo grupo de países que son sede de estos centros de excelencia, es una labor extrema y cuesta arriba para sociedades como las de América Latina donde no hemos establecido una sólida infraestructura educativa y no hemos interiorizado los valores del cotidiano esfuerzo y la perseverancia.
Hoy en el año 2014, una élite de países ocupa las posiciones de liderazgo en las áreas de biotecnología, la nanotecnología, nuevos materiales, manufactura digital y robotización, redes y sensores, la tecnología espacial así como las tecnologías de la información y comunicaciones. Estas son las áreas claves o piedras angulares de la viabilidad de la economía global en las próximas décadas. Está en nuestras manos decidir si queremos participar de los enormes mercados que se abrirán en los próximos años.
Hay países que están diseñando y abordando programas bien financiados, para desarrollar tecnologías disruptivas que les permitan tomar posiciones en esos mercados del futuro, así como enfrentar los grandes y colosales problemas de la humanidad como son alimentación, agua, energía, salud, vivienda, educación y contaminación.
El núcleo de esa explosión de conocimientos está disperso en unos pocos centros del saber, en un puñado de países, que son los que en realidad extienden las fronteras del conocimiento. Son auténticas incubadoras de ideas cuyo trabajo cotidiano es jugar con lo imposible.
Incorporarse al exclusivo grupo de países que son sede de estos centros de excelencia, es una labor extrema y cuesta arriba para sociedades como las de América Latina donde no hemos establecido una sólida infraestructura educativa y no hemos interiorizado los valores del cotidiano esfuerzo y la perseverancia.
Hoy en el año 2014, una élite de países ocupa las posiciones de liderazgo en las áreas de biotecnología, la nanotecnología, nuevos materiales, manufactura digital y robotización, redes y sensores, la tecnología espacial así como las tecnologías de la información y comunicaciones. Estas son las áreas claves o piedras angulares de la viabilidad de la economía global en las próximas décadas. Está en nuestras manos decidir si queremos participar de los enormes mercados que se abrirán en los próximos años.
Hay países que están diseñando y abordando programas bien financiados, para desarrollar tecnologías disruptivas que les permitan tomar posiciones en esos mercados del futuro, así como enfrentar los grandes y colosales problemas de la humanidad como son alimentación, agua, energía, salud, vivienda, educación y contaminación.